Las mujeres y su presencia en las redes sociales
Mónica Mendoza
Que la incorporación de la mujer en el mundo laboral se produjo mucho tiempo después que la de los hombres es algo de sobra conocido. Pero eso no justifica que la desigualdad laboral y la brecha salarial no solo sigan vigentes en el año 2021, sino que con la COVID-19 incluso hayan crecido. Esto se hace más que patente en muchos eventos empresariales en los que doy conferencias o en las clases que imparto. En estos escenarios observo que la menor visibilidad refuerza ciertas creencias limitantes arraigadas en el género femenino.
Recientemente impartí una formación al equipo de ventas de una empresa química donde la mayoría de los vendedores eran hombres, ingenieros químicos o de medio ambiente. Ellas hacían labores de soporte y back office. Detecté un par de mujeres con la formación adecuada y muy preparadas para progresar en la organización y pasar al equipo de ventas, lo que, entre otras cosas, les supondría doblar el salario. Pero una de ellas me dijo que no se veía capaz, mientras que la otra insistió en que tenía dos hijos pequeños y prefería no ascender para poder ir a buscar a sus niños al cole.
Este es otro ejemplo que vi en una situación de networking de un evento que dinamicé en Mataró, una ciudad cercana a Barcelona. Era un evento de presencial dirigido a comerciantes y en el que un matrimonio que regentaba el mismo negocio se presentó de esta manera tan diferente:
- Ella: “Soy María y tengo una pequeña tienda de decoración del hogar en una pequeña calle de Mataró”.
- Él: “Soy el señor Renart, director general de un negocio retail minorista dedicado a la decoración del hogar de alto standing en una de las calles más emblemáticas de Mataró”.
En mi opinión, las mujeres, en general, nos vendemos peor, nos empoderamos menos y, por tanto, recibimos también menos atención. Esa falta de visibilidad en según qué niveles de la empresa también se traslada al entorno digital y a las redes sociales. Algunas de las mujeres empresarias de las TOP 100 no tienen perfil en redes y muchas otras no tienen trabajada su presencia digital, algo que también ocurre a nivel internacional. En España sabemos más de líderes como Jeff Bezos, fundador de Amazon; Elon Musk, fundador de Tesla, o Richard Branson, de Virgin Group, que, por ejemplo, Ana Botín, siendo una de las mujeres más ricas del país.
Una buena identidad digital no solo da visibilidad y autoridad una emprendedora/directiva/empresaria, sino que puede atraer talento a la organización. Si eso lo cuantificáramos en euros, cualquier estrategia de social selling parecería barata. Y en el caso de las trabajadoras, la mayoría de empresas de selección googlean a los candidatos en los procesos de selección. En esta era, no encontrar nada de un perfil también comunica, y lo hace para mal.
A mediados del pasado abril, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, anunció que dejaba Twitter. Me sorprendió que una mujer con tal nivel de responsabilidad, de salario y de temas importantes sobre la mesa hubiera perdido tanto tiempo de su vida mirando esta red social como parecía indicar el comunicado que envió a los medios. Yo soy directiva de una microempresa, recibo más de 250 mensajes a través de mis redes sociales cada día y hace años que tengo un community manager que me lo gestiona. Si respondiera o leyera yo todos esos mensajes no podría ni llevar mi empresa, ni resolver temas importantes, ni impartir formaciones y conferencias,… En definitiva, sobrevivir.
Eso no significa que no las mire y no sean importantes. Las redes son un gran reflejo de lo que se mueve en el mercado, de lo que interesa a la gente y un termómetro para conocer sus opiniones, pero la parte táctica del día a día en cualquier persona con responsabilidad no puede acabar siendo canibalizada por las redes, a no ser que tu empresa viva de ellas, y no es el caso de Ada Colau.
Con esto quiero decir que la visibilidad para la mujer es necesaria, que las redes sociales son una gran herramienta para conseguirlo si se usan bien y que tenemos que aprender a vendernos mejor. El cuándo me daría para otro artículo. Según las estadísticas, dedicamos de media 3,5 horas a las tareas del hogar. Si a eso le sumamos ocho horas de jornada laboral, más los niños (las que tenemos niños), más los tiempos de desplazamientos, porque conozco poca gente que trabaje el lado de casa, solo falta que llegue yo a decirte que cuando hayas acostado a los niños, limpiado la cocina y preparado la comida de mañana, que en el sofá, y estés reventada en el sofá a las 11 de la noche, redactes un post para colgarlo en LinkedIn. Ese es, sin duda, otro reto que tenemos pendiente.
Mónica Mendoza es directora general de la consultora Energivity Consulting, conferencia, coach y profesora.