Naciones Unidas estima que hacen falta unos 7 billones anuales de inversión del sector privado para alcanzar los ODS. Ya sea a través de los mercados de capitales o de la financiación directa, los bancos tenemos un papel esencial en la financiación de ese cambio.

Entre los 17 ODS, el número 5 es el de la igualdad de género, un derecho humano fundamental y base esencial de un mundo pacífico, próspero y sostenible. Es imprescindible en una sociedad sana, para la protección del medioambiente y la reducción de la pobreza, así como para la promoción de la salud, la educación y la protección y el bienestar de la infancia.

La pandemia de la Covid-19 ha puesto de manifiesto las debilidades de nuestra sociedad, especialmente en lo relativo a la desigualdad. La globalización ha acelerado la transmisión de la enfermedad y las personas más pobres de los países más pobres -es decir, sus mujeres y niñas- son las más afectadas. En los países desarrollados las mujeres también sufren más sus efectos económicos, por su mayor presencia en mercados laborales inseguros y en puestos de trabajo precarios. Casi el 60 % trabaja en la mal llamada “economía informal” (en realidad, economía sumergida), con mayor riesgo de pobreza y desamparo que, a su vez, se traducen en indefensión ante amenazas como la violencia de género.

Lo que comenzó como una crisis sanitaria no ha tardado en convertirse en una emergencia económica y social. Asistimos al fracaso sistémico de nuestro modelo económico y social. En una economía incapaz de reaccionar y desprovista de medios para hacer frente a esas sacudidas, se ha puesto en evidencia la arrogancia de nuestra relación con la naturaleza y la desigualdad, con efectos más devastadores para los más pobres (e, insisto, las mujeres pobres son las personas más pobres).

Para prevenir otra pandemia, la del desequilibrio global, debemos afrontar las gravísimas carencias de nuestras economías y sociedades y redoblar esfuerzos contra la emergencia climática y por una sociedad más inclusiva.

Porque los efectos de la pandemia podrían revertir los logros alcanzados en materia de igualdad de género y derechos de las mujeres. Se agravan las desigualdades en todos los ámbitos, desde la salud y la economía hasta la seguridad y la protección social. Las mujeres hemos asumido responsabilidades enormes,  en el ámbito doméstico y familiar, en trabajos sanitarios de primera línea o como cuidadoras no remuneradas, tras el cierre de los colegios y por la vulnerabilidad de las personas mayores.

Por lo tanto, alcanzar la igualdad de género de aquí a 2030 es incluso más urgente ahora y son necesarias medidas drásticas para eliminar las causas profundas de la discriminación.

En medio centenar de países las mujeres todavía no están protegidas legalmente frente a la violencia machista, una de las violaciones de derechos humanos más generalizadas. Es necesario eliminar las leyes, políticas y prácticas discriminatorias y sustituirlas por otras que promuevan activamente la igualdad real, asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres en la vida pública y económica y su liderazgo en todos niveles de decisión. Hay que acometer reformas que les otorguen todos los derechos económicos, el control de la tierra y de otros bienes, así como el acceso a la propiedad, a los servicios financieros, la herencia, la tecnología y los recursos naturales.

La igualdad entre hombres y mujeres es fundamental para acelerar el desarrollo sostenible en todo el planeta. Acabar con la discriminación contra mujeres y niñas tiene un efecto multiplicador en todas las esferas económicas y sociales. Se trata de un elemento esencial del desarrollo inclusivo y sostenible.

En definitiva, todos los ODS dependen de que logremos el Objetivo 5.

Aurora García es directora de comunicación de Triodos Bank España.