No es tan normal
Gema Arias
Susana se levanta a las siete de la mañana, salvo cuando no hay colegio, que se puede levantar media hora más tarde.
Tiene una hija que, por suerte, ya tiene edad suficiente para vestirse sola y preparar sus cosas, así que ella le deja el desayuno encima de la mesa antes de meterse en la ducha y es su pareja, Fernando, el que acerca a la niña hasta el cole.
Susana, si no se le ha echado el tiempo encima, aprovecha para darse un paseo. Así hace algo de ejercicio y se ahorra un transbordo en el Metro. A las 8:30 y con un café en la mano, ya está sentada delante del ordenador.
En general está contenta con su trabajo. Como todo el mundo, tiene días que lo aborrece y otros que lo disfruta, pero la media sale positiva. Trabaja en equipo con un compañero, Carlos, y tienen una supervisora por encima, pero cada proyecto suele liderarlo uno de los dos. Esto suele pasar de manera bastante natural, en función de la naturaleza del proyecto. Forman un buen equipo, no suelen tener problemas entre ellos y se complementan bastante bien. Hoy tiene que dejar preparado un informe para una revisión final antes de que se presente arriba, en el comité. Es importante, les ha llevado meses encontrar el foco correcto, pero ahora ya está encaminado y lo que queda es laborioso, pero menos sesudo. Tendrá que pelearse con algunos gráficos y trabajar una de esas hojas de Excel de millones de pestañas. Nada que no haya hecho antes, nada que no domine a la perfección.
Estos días están trabajando en la oficina, pero desde que empezó la pandemia han podido teletrabajar la mayoría de los días. Susana el teletrabajo no lo lleva mal. Su hija es bastante autónoma y se lo ha puesto fácil, pero estos días en los que se vuelve a juntar, mascarilla mediante, con Carlos, los agradece un montón. Es de las que cree que una fórmula mixta de teletrabajo y trabajo presencial es lo ideal. Tal y como trabajan ella y su compañero, cree que se adaptarían perfectamente.
Susana y Carlos están trabajando cada uno su parte, pero se han guardado una hora antes de terminar su jornada para poder ponerlo en común y ver con los ojos del otro qué se puede mejorar en cada una de las partes o simplemente comprobar que las dos encajan a la perfección.
Salvo alguna pequeña corrección, algún dato que se les había traspapelado y alguna frase que sonaba rara, el informe está listo para que le llegue al comité.
Susana y Carlos se marchan a casa. Mañana volverán a verse, pero teletrabajando. Susana aprovecha de nuevo y no hace el transbordo en el Metro y así, con el pequeño paseo a casa, se despeja la cabeza.
Hasta aquí, todo es de lo más normal. Pero resulta que desde el 11 de noviembre y hasta que termine el año, Susana trabaja gratis. Y es que, según Eurostat, la brecha salarial entre hombres y mujeres es de un 14% (un 18,5% según el INE).
Y estaréis conmigo en que esto ya no es tan normal.
Gema Arias es directora general de estrategia creativa de Kitchen.