Médiums
Elvira Navarro
En una entrevista reciente a la escritora estadounidense Lorrie Moore publicada en El Cultural, la entrevistadora, Marta Ailouti, pregunta a la autora sobre la importancia que tiene la cultura a la hora de derribar ciertas ideas, y si para tal fin los escritores deberían incluir una mayor diversificación racial y sexual en sus libros, a lo que Moore responde: "Como dijo Toni Morrison, absolutamente sí. Actualmente, a los escritores jóvenes les preocupa hacerlo por temor a la 'apropiación cultural'. Pero uno debe imaginar profundamente, bien, todo tipo de experiencias, búsquedas y sueños vívidos".
Moore habla de lo que hace la buena ficción, dar cuenta de la complejidad de lo real, lo cual se lleva a cabo a través de la puesta en escena de todo tipo de razones, es decir, no sólo de las razones propias, sino también las del otro, lo que implica hacer personajes diversos. La diversidad siempre ha estado presente en la literatura, y sólo una profunda incomprensión de lo que es la cultura, hecha de todo tipo de apropiaciones, puede decir que tal cosa es ilegítima. Ni siquiera nosotros mismos nos pertenecemos en términos de identidad: somos Frankensteins, estamos hechos de ideologías, ideas y cosmovisiones que no son originariamente nuestras aunque nos definamos a través de ellas. Lo que afirma la novelista y cuentista americana parece pues harto razonable, y sin embargo añade que los escritores jóvenes tienen miedo porque pueden ser acusados de estar haciendo algo malo o irrespetuoso, como si lo que fuera a ser juzgado públicamente no fuera el mejor o peor resultado de su obra, sino el hecho mismo de atreverse a abordar a los otros.
Si los libros y cualquier obra de arte lograda van siempre más lejos que quienes los escribieron, es porque no se escribe, ni se pinta, ni se filma desde los estrechos límites de uno mismo. Y eso no ocurre porque los creadores den voz a otros, como se afirma desde el paternalismo, sino porque están, como cualquier persona, atravesados por el otro.
La idea del artista como médium cayó en desgracia. Sin embargo, quizás convendría recuperarla, aunque con un sentido distinto y humilde: no como conexión con el más allá, sino con los demás y con el mundo. Decía Marguerite Duras en Escribir: "Cuando la gente que escribe dice: cuando se escribe, se está en un estado de concentración, yo digo: no, cuando escribo tengo la sensación de hallarme en una extrema desconcentración, dejo de poseerme absolutamente, soy como un colador, tengo la cabeza agujereada. Sólo de esta manera puedo explicarme que escriba lo que escribo, porque hay cosas que no reconozco en lo que escribo. Por lo tanto, deben llegarme de otra parte; no escribo sola cuando escribo". Y Francis Bacon en una entrevista: "Me considero un mero creador de imágenes. Esas imágenes surgen como caídas del cielo. Por pura casualidad, soy más un médium que un pintor". Y García Lorca: "El artista oye el fluir de grandes ríos, hasta su frente llega la frescura de los juncos que se mecen en ninguna parte. Quiere sentir el diálogo de los insectos bajo las ramas increíbles. Quiere penetrar la música de la corriente de la savia en el silencio oscuro de los grandes troncos. Quiere comprender el alfabeto Morse que habla el corazón de la muchacha dormida".
¡Porque el yo siempre es otro!