Hacia el franquismo como farsa
Elvira Navarro
Los partidos políticos se posicionan ideológicamente intentando recoger el espíritu del momento, tratando de ajustarse mejor a sus votantes, a sus valores y aspiraciones.
Los bandazos y contradicciones de Casado (y de los demás) tienen que ver con los bandazos y contradicciones del pueblo, de las empresas y de los poderes fácticos, que además están vinculados supranacionalmente a corrientes ideológicas que a menudo se nos escapan.
La extrema derecha en versión facha es el atributo que está tomando en nuestro país la decadencia del mundo que surgió de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. La caída de la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia fue una sorpresa por su rapidez y su virulencia, y Estados Unidos y Europa Occidental no podían imaginarse que aquello presagiaba su propio declive. Parece que se está acabando también el precario estado de bienestar (sólo se implantó verdaderamente en unos pocos países), criticado tanto por el neoliberalismo como por quienes aspiraban a la revolución. Decían estos últimos que era un parche adormecedor a través del cual el capitalismo seguía expoliando y generando desigualdad, aunque lejos de su epicentro, donde todo parecían bondades. El programa ilustrado (igualdad, libertad, fraternidad) se estaba realizando, sí, ¡pero a través del mercado!
Hasta que el mercado se lo comió. De momento parece que no hay alternativa al neoliberalismo. De la ilustración empieza a quedar tan sólo el concepto desdibujado de una libertad de la que la derecha ha tomado posesión. Los ciudadanos desconfían, y con razón, de la política y de las instituciones, pues éstas no resuelven problemas que empiezan a ser graves (desigualdad, paro, falta de perspectivas, corrupción). La sociedad se paraliza en el mejor de los casos, y en el peor se torna nostálgica, infantil e idiota.
Lo que antes servía sólo para hacer chistes ahora es tomado en serio. Desde hace meses leo noticias que parecen sacadas de El Mundo Today, pero que son solo el cumplimiento de la manoseada sentencia de Marx según la cual la historia ocurre dos veces: la primera como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa. Revivimos de manera descafeinada los años treinta, y en este revival es posible que VOX y el PP den un golpe de mano, bastante menos dramático que el del 18 de julio de 1936, que pondrá fin al gobierno progresista y frenará cualquier medida social. Las medidas sociales son, desde hace algún tiempo, calificadas por las derechas como “comunistas” y/o enemigas de la patria, y cada vez más gente apoya con entusiasmo la culpabilización de los migrantes, la creencia en que por la educación en la igualdad se llega a la corrupción de menores, la destrucción de la sanidad y la educación públicas, y esa doble moral tan católica (casi toda la derecha ha sido educada en un catolicismo meapilas, machista y homófobo) donde el interés general se hace coincidir con los privilegios intocables de la oligarquía de siempre.