Percepción

Elvira Navarro
Escribo esto el 29 de mayo, todavía con la resaca electoral y el gesto incrédulo de Isabel Díaz Ayuso en la noche del 26 —o tal vez ya era 27— en mi memoria, gesto que en aquel momento interpreté como un lo-que-me-ha-caído-encima y un si-nadie-apostaba-un-duro-por-mí-y-yo-menos-que-nadie. La interpretación, obviamente, nada tenía que ver con Díaz Ayuso, sino conmigo. Todo lo que decimos sobre los demás habla, inevitablemente, de nosotros, incluso cuando hacemos buenos diagnósticos. El mío ni siquiera alcanzaba el nivel birria, primero porque era la primera vez que dedicaba más de un minuto en observar a la candidata popular, y segundo porque cometí la ingenuidad de creer en el marketing, quiero decir, en el cartel que sacaron por la ventana, como ropa tendida, como una bandera, como la oferta en colores chillones de algún producto en el supermercado: Díaz Ayuso presidenta, Almeida alcalde. Me lo creí, no caí en la cuenta de que era puro marketing, un dar una sensación de victoria donde hay una derrota —el PP yéndose al carajo—, así que no pensé en la posibilidad de que la cara de Díaz Ayuso estuviera en verdad reflejando cierta incredulidad de fondo, como si algo en ella no quisiera dar gato por liebre. Hoy ya leo, o me cuentan —son casi las nueve de la noche y madrugué mucho, ustedes me perdonen—, que quizás la alcaldesa sea Villacís apoyada por los socialistas, con intercambio de favores para la Comunidad: presidente Gabilondo facilitado por los naranjas. También leo que Carmena no descarta ser investida alcaldesa. ¿Acaso era lo extremadamente precario del asunto lo que se evidenciaba en la falta de rotundidad gestual de la ex community manager de Pecas, el perrito de Aguirre? Por cierto que la anécdota me resultó chanante hasta que me enteré de que al pobre y simpático can lo habían atropellado. Me gustan mucho los animales; no pude evitar ponerme triste por Pecas. Hoy sobreviven, como fantasmas, dos cuentas con la foto y el nombre del animalito, que sirvieron para trolear hasta 2015 y sin gracia, a diferencia de la celebérrima @EspeonzaAguirre.
Pero a lo que voy: de las dos noticias que acabo de mencionar sólo me leo los titulares, navego por la superficie. Este no es un artículo de análisis político, sino de algo más modesto: mi percepción, cuyo mecanismo, si apunto bien, debería retratar otras percepciones. Cuando voy a Google y tecleo Díaz Ayuso, me doy cuenta de que en casi todas las fotos tiene esta misma expresión de duda, como si le fallara la confianza en sí misma. También yo dudo: esto, me digo, no deja de ser un estereotipo que les lanzamos a las mujeres, sobre todo cuando son jóvenes y guapas, como si tuviera que faltarles lo que se necesita para el verdadero poder debido a que las guapas (y los guapos: a Sánchez se le puede colgar el mismo sambenito) lo han tenido demasiado fácil, a que las mujeres son frágiles, etcétera. ¿Estoy mirando mis prejuicios, o soy capaz de vislumbrar a Díaz Ayuso? ¿Cómo estar seguro de que vemos, o al menos atisbamos, el mundo?