Nadie quiere aguar la fiesta
Mariana Hernández
La inteligencia artificial será una fuerza transformadora de nuestra vida tal y como la conocíamos hasta ahora. Pero tal fuerza necesita energía. Mucha energía. El despliegue de la IA presenta un desafío de recursos inexorable. El entrenamiento de modelos a gran escala, como GPT-3 de OpenAI, que cuenta con 175.000 millones de parámetros, requiere una cantidad considerable de energía. ¿Es sostenible a largo plazo? ¿Cómo?
Es una cuestión incómoda, porque la IA irrumpió en nuestras vidas desde el lado emocional, desde lo creativo, artístico y desde el lenguaje. Sorprendente y emocionante. Y, nadie quiere aguar la fiesta.
Pero debemos pensar en esto y actuar en consecuencia: la industria tecnológica está respondiendo a este desafío con algunas soluciones que pueden ser esperanzadoras e insuficientes al mismo tiempo.
Google y DeepMind están invirtiendo en la optimización de algoritmos y hardware para mejorar la eficiencia energética de la IA. El chip TPU de Google, diseñado específicamente para tareas de IA, ha demostrado un rendimiento energético superior en comparación con los chips tradicionales, lo que reduce la huella de carbono de las operaciones.
Es crucial (¿pero, realista?) que se adopten energías renovables para alimentar los centros de datos. Apple y Facebook se han comprometido a utilizar energía 100% renovable y están invirtiendo en proyectos de energía solar y eólica a gran escala. Encender una lámpara, abrir un grifo o crear una animación con MidJourney son acciones que damos por hechas, pero no hemos pensado hasta ahora lo suficiente en lo que requieren. Y así estamos. There is no free lunch.
La IA debe desempeñar un papel crucial en la optimización del consumo energético. En Islandia, por ejemplo, se utiliza esta tecnología para gestionar de manera eficiente la energía geotérmica, una fuente renovable abundante en la isla. Y en California, la empresa Stem emplea IA para optimizar el almacenamiento de energía en baterías, facilitando la integración de fuentes de energía renovable en la red eléctrica.
Tiene que haber colaboración entre gobiernos, empresas y la comunidad investigadora. La cumbre ‘AI for Good’ de las Naciones Unidas intenta fomentar la cooperación global, pero a veces se queda en el nivel discursivo. Sería bueno que se adoptase la visión común de que la IA no solo transformará nuestras vidas, sino que también nos ayudará a proteger el planeta para las generaciones futuras.
Mariana Hernández es ‘senior advisor member' y experta en negocio digital