Afronta y supera tus miedos: la jefa eres tú

Olga Jiménez Muntané
Nuestro cerebro nos engaña. Su parte más antigua es el cerebro reptiliano, que se encarga de funciones primitivas como protegernos de las amenazas y huir. El cerebro reptiliano no sabe si sientes miedo porque caminas por el borde de un precipicio o porque estás arrancando tu propio negocio, por eso intentará apartarte de ambas cosas. Esa es su función, la tuya es discernir.
El cerebro reptiliano también es responsable del comportamiento territorial, que hace que protejamos nuestro hogar y a los nuestros. Y por eso a veces también nos engaña, especialmente a las mujeres. Podría mencionarte decenas de viajes en el AVE Madrid-Barcelona en los que era la única mujer del vagón. ¿Por qué hay más hombres volviendo de un viaje de negocios? La respuesta es que las mujeres todavía se sienten terriblemente culpables si no están disponibles para los suyos. Además, el teletrabajo puede acentuar esta tendencia si no establecen límites.
¿Por qué no se sienten así los hombres? «Es que una madre es una madre», he oído decir muchas veces. Pues te diré algo, por duro que pueda sonar: inconscientemente, durante mi infancia, valoré más el tiempo que pasé con mi padre que con mi madre, porque a mi madre la tenía todo el día. Y cuando alguien siempre está disponible, el tiempo a su lado pierde valor.
Se supone que ese fue el reparto de tareas primitivo: los hombres cazaban y las mujeres se ocupaban de la cueva; así el macho las protegería durante la vulnerabilidad de la gestación, aunque se tratara de una vulnerabilidad menor o similar a la de un hombre con la pierna rota, algo que seguro que sucedía a menudo. Todos necesitamos cuidados, pero eso no significa que seamos permanentemente vulnerables.
Yo me siento inmensamente agradecida hacia mi madre, pero me hubiera gustado poder admirar su talento y no verla frustrada ante las tareas domésticas que ella creía que eran su función. Me siento culpable porque se supone que mi hermana y yo éramos la razón por la que lo hacía.
Es maravilloso recoger a los niños del colegio y la sonrisa que dibujan al verte. El tiempo pasa, un día se harán mayores y es lógico querer aprovechar el tiempo a su lado, pero no se trata de la cantidad de tiempo que pases con ellos, sino de su calidad.
Los niños imitan los roles: la hija de una madre de éxito sentirá que ella también puede; el hijo de una madre de éxito apoyará a su mujer a tenerlo. La madre de mi marido era empresaria, tuvo una tiendecita hasta que se jubiló. Ella y su marido sacaron adelante a cuatro hijos, dos niñas y dos niños. Mi marido aprendió a hacerse la merienda con seis añitos. El respeto que sentía por su madre era inspirador. A su lado me he sentido valorada, respetada y apoyada como mujer, jamás he visto ni un resquicio de machismo en él, ni siquiera en broma. El ejemplo de su madre le educó en una igualdad que nunca ha puesto en duda.
Cuando vemos a un hombre exitoso no decimos: «Sí, claro, lo es porque no tiene hijos». Tampoco le preguntamos a un padre de familia triunfador cómo ha logrado conciliar. Si los hijos fueran la razón por la que las mujeres no pudieran desarrollar sus carreras, entonces todas las mujeres sin hijos serían unas triunfadoras y ninguna madre tendría un puesto directivo. Y no es así. No todas las madres quieren emprender o ascender, pero si tú quieres y no lo haces por tus hijos no significa que les estés ayudando, solo estás ayudando a tus miedos a vencer. Triste para tus hijos ser alimento de tus temores, ¿no? Tan triste como ser emprendedora, querer ser madre y no serlo por miedo a perder tu carrera.
No cargues ni a tus hijos ni a tus mayores con el peso de ser la excusa por la que no hiciste algo. Conviértelos en los héroes que fueron la razón por la que sí lo hiciste. Se sentirán orgullosos.
Probablemente te sientas perdida a la hora de lograr el equilibrio en este sentido. Con mi libro Amazon Best Seller La jefa eres tú, te ayudo a ser super productiva para tener libertad y calidad de vida. Te enseño a trabajar lo mínimo para ganar lo máximo de manera que puedas impulsarte hacia la cima profesional y financiera manteniendo tu equilibrio personal.
El deseo de ser aceptadas también provoca un miedo atroz a las críticas. Triunfar es exponerse, así que no podrás evitar las críticas. Siempre habrá razones para que alguien esconda sus inseguridades tras críticas lanzadas como puñales. Tendrás que probarte que no eres de las que se rinden por eso. Mantente firme hacia tus sueños, porque nadie vendrá a consolarte cuando te reproches haber sucumbido a los dardos envenenados de los que no querían que triunfaras.
No estoy de acuerdo con la frase que dice: «Lo importante es que hablen de ti, aunque sea mal». Creo que lo importante es que, si hablan mal de ti, tú tengas claro que lo hacen porque estás en el punto de mira, pero que tu honestidad te permita ir con la cabeza bien alta. Eso es éxito y no debe asustarte. Además, estas críticas te obligarán a forjar una seguridad de hierro.
Cuando muestres tu talento los que te quieran te admirarán más y los que te odien te detestarán más. Pero cuando triunfes, a éstos últimos no les quedará otro remedio que hacerlo en silencio. Solo harán ruido por el camino con el objetivo de que desistas, por eso deberás estar dispuesta a trabajar para obtener resultados que te legitimen.
Los que no estén dispuestos querrán que tú tampoco lo estés, pero en el proceso te unirás a otros con tantos sueños como tú. Es una selección natural, no te quedes atrás atrapada por una falsa aceptación. Si te expones a este tipo de críticos significa que tu éxito empieza a ser amenazador y eso es bueno, pero deberás ir con cuidado para detectarlos porque seguir sus consejos siempre va a empequeñecerte.
He visto a varias mujeres reducir el ritmo para contentar a un marido que les pedía más atención. Y algunas, demasiadas en pleno siglo XXI, han accedido. Entonces, cuando las cosas se ponen feas, estos maridos ejercen un chantaje del tipo «tus ingresos no te permitirán obtener la custodia de los niños». Y ya tenemos a una mujer atada.
Quien te quiera de verdad jamás te pedirá que renuncies a tu éxito para demostrar tu amor. Las parejas y amistades más fuertes son las que se admiran mutuamente, se apoyan y unen sus fortalezas para construir una sociedad mejor.
Presta atención si en algún momento te encuentras a ti misma pidiendo perdón por tus logros. Y es que en ocasiones el éxito está mal visto y hay que esconderlo. Cuando recibimos un elogio nos cuesta responder con un sonriente «muchas gracias». Si elogian nuestro vestido respondemos: «Oh, no es nada, en realidad lo conseguí en las rebajas», rebajándonos a nosotras mismas. Parece que los elogios no van con nosotras y que lo educado sea negarlos
A las mujeres todavía nos cuesta hablar de ganancias, es un tabú, lo escondemos para no ofender. Pero ¿de dónde procede esta creencia?
Conduzco un coche de empresa de alta gama. Unos niños que lo vieron le dijeron a mi sobrina pequeña que su tía era rica. Ella contestó: «No es cierto, porque mi tía es buena persona». En High School Musical, el papel de la envidiosa insoportable, egoísta y malcriada es una niña rica. La pobre suele ser la buena de la película. Bella y Cenicienta eran niñas pobres con un corazón de oro y por eso se ganaron la riqueza de un príncipe, pero ay de ellas si su fortuna se la hubieran ganado solitas. Conclusión: si eres pobre, serás más buena y te querrán más.
Todo el mundo merece ganar dinero y está bien que lo haga, y cuanto más claro lo tengamos antes arreglaremos las diferencias salariales. Es nuestra responsabilidad demostrar al resto de mujeres que sí se puede, llegando primero para poder mostrarles el camino.
Olga Jiménez es experta en ventas, motivación y liderazgo, empresaria, locutora de radio y autora del libro ‘La jefa eres tú’.