El ‘mobbing’ maternal es un reto que debemos superar ya

Mariona Campmany
Tener hijos es una de las experiencias más gratificantes de la vida. Ser madre implica vivir una etapa única que lo altera casi todo. Muy especial, pero, por desgracia, con inconvenientes. En el entorno laboral, la llegada de los hijos impacta de manera desigual en las trayectorias profesionales de los hombres y de las mujeres. A estas últimas, el hecho de ser madres suele penalizarlas con menos oportunidades laborales y salariales. La maternidad se relaciona en demasiadas ocasiones con una menor predisposición hacia el trabajo y un bajo compromiso. Un gran error.
Yo fui madre por primera vez en 2018, justo después de la adquisición de Icar Vision por parte de Mitek. Tuve mucha implicación en el trabajo durante aquel periodo de embarazo, pues entonces se me presentaba la oportunidad de asumir un rol más global. Nunca terminé de desconectar, ya que tenía una inquietud que en parte “viene de serie” y no quería dejar escapar ese tren. Al reincorporarme, después de las rápidas dieciséis semanas de baja, tuve un buen recibimiento y fue sencillo amoldarme, aunque tuve que viajar mucho al extranjero, ya fuese San Diego, Londres o Ámsterdam. En ese sentido, decidí aprovechar las oportunidades y facilidades que se me concedieron desde mi empresa para seguir creciendo dentro de la compañía.
Un año después, volví a quedarme embarazada y, esta vez, decidí disfrutar mucho más de mi segunda maternidad, así como de mi hijo de dos años. Y entonces llegó la dichosa pandemia de la COVID-19. Me reincorporé al trabajo desde casa y con dos hijos pequeños, de modo que lo que en otro tiempo hubiese sido ‘work from home’ se convirtió en esta ocasión en ‘work with family’. Pese a todo, tengo la suerte de trabajar en una empresa employee centric, que me ha permitido encontrar una conciliación eficiente tanto para mí como para la empresa. Y eso es absolutamente esencial.
Porque trabajar desde casa tiene ciertas ventajas en el terreno de la conciliación familiar, pero también sus inconvenientes. La vida personal y la laboral se entrelazan demasiado en ocasiones y, aunque todos hemos sido comprensivos los unos con los otros durante los últimos meses de teletrabajo, lo cierto es que conviene separar bien cada mundo; y muchas veces es complicado. No obstante, el trabajo en remoto al que se han visto abocadas tantas empresas en estos tiempos ha ayudado a aliviar el pensamiento arcaico de diversos directivos y a fomentar relaciones basadas en la confianza.
Queda mucho que mejorar. Falta comprensión. Falta humanidad. Porque sí, ser madre es una bendición, pero por desgracia sigue siendo un riesgo en el entorno laboral. En España y en muchos otros países, un gran número de empresas continúa viendo la maternidad como un escollo que afecta al rendimiento. En muchas ocasiones, un embarazo ha perjudicado el desarrollo profesional de la mujer. Es vital que, una vez superado el parto y las semanas de baja, las madres se sientan respaldadas por sus jefes y por las compañías en las que trabajan.
Tampoco debería existir miedo alguno a la hora de poner en conocimiento un embarazo. Reafirmar nuestro compromiso con el proyecto y nuestra voluntad de reincorporarnos a él con energía e ilusiones renovadas una vez finalice el periodo de baja maternal debería ser más que suficiente. Según un informe realizado por la plataforma Women of the World Global, seis de cada diez mujeres españolas se sienten incómodas o preocupadas al anunciar su embarazo en el trabajo. Que la conciliación laboral y familiar siga siendo una utopía para muchas de ellas debería preocuparnos.
De acuerdo con el mismo estudio, el 63% de las españolas ha sufrido mobbing maternal, es decir, discriminación laboral por razón de su maternidad. Esto no puede seguir sucediendo. Hay que erradicar el acoso laboral por maternidad, se tiene que favorecer la política de sustituciones, y se debe crear una cultura a favor de las familias. Lo importante es el talento, no el presencialismo, y, por supuesto, es necesario facilitar la flexibilidad laboral en tiempo y espacio. Ahora, con la vuelta al cole, todo parece revolverse más. Se respira cierta sensación de caos cuando hablas con la gente o escuchas declaraciones de madres y padres que no tienen un plan en condiciones para gestionar las futuribles problemáticas.
Todo sigue en gran parte en manos de las empresas y sus políticas de recursos humanos. No tiene sentido implicarse en acciones sociales externas si se deja de lado la responsabilidad social que tiene la compañía hacia sus propios empleados. Y, lamentablemente, el mobbing maternal sigue siendo una asignatura pendiente de la mayoría de las empresas.
Mariona Campmany es ‘digital identity and innovation lead’ para el Sur de Europa y Latam en Mitek.