Belicismo europeo
Elvira Navarro
Últimamente nos hemos acostumbrado a la espiral belicista desatada en Europa a partir del conflicto entre Rusia y Ucrania, una espiral alimentada cuidadosamente por nuestras élites políticas y mediáticas. En febrero, Emmanuel Macron, en una rueda de prensa al término de una cumbre con 27 líderes y ministros de la Unión Europea y la OTAN, afirmó que “Rusia, de entrada, no puede ni debe ganar esta guerra en Ucrania” y que, a tal fin, había que enviar misiles y tanques, arguyendo que “todo es posible si es útil para alcanzar nuestro objetivo”. Macron volvió hace poco a la carga en una entrevista televisada en horario de máxima audiencia, en la que señaló que descartar la idea de mandar tropas a la guerra sería asumir la derrota. También afirmó que “si Ucrania cae, nuestra seguridad estará amenazada”, que “si continúa la escalada, tenemos que estar listos para tomar todas las decisiones necesarias para que Rusia no gane nunca”, y habló de conflicto “existencial para Europa y para Francia”.
Parece que Putin no es el único belicista en esta guerra, que los intereses políticos y económicos alimentan la propaganda en cada bando. ¿Debemos pensar que estamos al borde de una guerra, o quizás se trata de atemorizar al pueblo europeo para así justificar millonarias inversiones y desvíos de fondos públicos hacia la industria tecnológico-militar tras décadas de austeridad y desmantelamiento de los servicios sociales? ¿Y cómo se puede justificar que, después de convencer a las sociedades europeas de la necesidad de durísimos recortes en sanidad y educación (recordemos lo que pasó no hace tanto tiempo en Grecia, Irlanda, España y Portugal), ahora es posible y muy necesario invertir en la industria de la guerra?
Este mismo mes de marzo, la Comisión Europea anunció su “Primera estrategia industrial europea de defensa para mejorar la preparación y la seguridad de Europa (EDIP)”. En el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo, la presidenta Ursula von der Leyen advertía que “la amenaza de guerra para los socios europeos puede no ser inminente, pero no es imposible”. El EDIP es un reglamento propuesto por la Comisión para empezar a aplicar medidas concretas definidas en la Estrategia Industrial Europea de Defensa (EDIS). Mediante este reglamento, la UE pasará de las medidas de emergencia adoptadas en 2023 con motivo de la guerra de Ucrania, y que finalizan en 2025, a una estrategia a largo plazo, lo que garantizará el apoyo a la industria tecnológica y militar de la defensa europea.
¿Lograrán hacernos creer que la victoria de Ucrania es una condición para la seguridad de toda Europa? ¿Resistirán los pueblos europeos la propaganda, o nos sumiremos en ella como borregos y daremos por bueno lo que solo unas décadas atrás nos parecía intolerable: que nuestros dirigentes asuman un horizonte de guerra con Rusia?
Yo, que pertenezco a una generación que pasó la infancia bajo la amenaza de la guerra nuclear y fue educada en un pacifismo militante, no me acostumbro a este giro en el clima social. Me preocupa la falta de movilización contra la guerra y que se considere que es de ingenuos pensar en una solución pacifista para los conflictos, y espero no ser la única.