.- Tienes alguna prueba.

.- Ninguna, lo decidimos en el estudio, sobre la marcha.

.- ¿Quiénes lo decidisteis?

.- Gabino, la jefa de producto y yo. Si no me crees, pregúntale a Gabino.

.- Claro que te creo. Pero ese no es el problema. El problema es lo que cree el cliente.

A las 12.00 hubo otro incendio.

.- Manuela –anunció Ruperto Colodro, su ejecutivo más junior y redicho- han telefoneado de la central con un cabreo mayestático. Dicen que la campaña toda de Pantys Ramona está comprada en páginas y les hemos enviado sólo medias. Dado el hecho incontrovertible de que las llamadas revistas del corazón cierran hoy la edición, sugieren que utilicemos las tazas de water de abrevadero mientras metemos los dedos en un enchufe.

Las posibles razones por las que alguien en un estudio decide que una campaña en páginas queda mejor en medias páginas no encontraban acomodo en el pensamiento de Manuela. Todo quedó aclarado, para peor, cuando la central volvió a llamar a los pocos minutos para comunicar con tono sarcástico que la campaña de Banco Molocos había llegado en páginas en lugar de en medias, pero que no se preocuparan que meterían los originales de los pantys en Inflaxión y las de la oferta de factoring para empresas del Banco en Diez Macutos, y todos tan contentos. Quién sabe, a lo mejor hasta salía bien.

En plena refriega con estudio, central y clientes, Manuela notó cierto jaleo procedente de creatividad. Al asomarse supo enseguida de que se trataba: un premio. Acababa de llegar un e-mail con la noticia de que la campaña viral de las Sopas Mejunje había merecido una plata en el Festival de Publicidad Alimentaria de Cochabamba. Allí estaba la felicitación a todos los participantes: Gabino Royo como director creativo; Obdulio Careto, director de arte; Bernadette Lapela, redactora; Úrsula Pendejo, producer; todo el equipo de la productora, etc. No había ningún apartado para “Ejecutiva encargada de conseguir el cliente, elaborar un informe de estrategia dirigido a venderle una vieja campaña de Crujitos que no salió porque-no-llegamos y obtener la aprobación a un presupuesto de producción doble del previsto”.

Volvía melancólica a su despacho cuando se cruzó con Rosa.

.- ¿Qué pasa, no te alegras de los triunfos de la agencia? Hay que ser más corporativa.

Una hora más tarde, arreglado lo que se podía arreglar, pospuesto lo que no había forma de enderezar, Manuela se hacía esa pregunta: “¿Por qué sigo en esta profesión?”. Ella era una chica con carrera, instinto comercial, contactos. Podía trabajar en el anunciante, abrir un negocio, vender pisos…Estaba decidida. Eso no era vida. Se levantó de la mesa con la intención de ir a hablar con Rosa. En ese momento sonó el teléfono. Justamente era ella.

.- Manuela, han llamado de Tocinera del Campo, que les impresionó la presentación y quieren vernos para pasarnos el briefing del concurso de la butifarra 00. Sabes que yo no hubiera dado un duro por nosotros, pero tú te empeñaste. Ahora a ver si les hacemos un buen trabajo de posicionamiento, que falta les hace. La semana que viene búscate una cita a la una y luego les llevamos a comer. ¡Ah! Y enhorabuena.

Manuela se sentó. Su cabeza empezó a acelerarse. Buscó el teléfono de Tocinera del Campo mientras programaba el trabajo mentalmente. Tenía que consultar en internet, en pedir informes de mercado, bobinas suyas y de la competencia, conseguir el organigrama de la compañía, los cargos clave, las agencias actuales y las anteriores, husmear en Anuncios, enterarse de quién decidía…Había que ganar ese cliente como fuese.  “¿Quién quiere ser encargada de una boutique? A la mierda.”