Desaprender para volver a aprender
Entrevistamos a Vicky Pérez, jugadora de baloncesto en silla de ruedas y Mujer a Seguir 2017
Lo tuvo claro desde bien niña: quería ser jugadora profesional de baloncesto. “Empecé a jugar con 6 años en el equipo del colegio. Recuerdo la cara de mi padre cuando le llevé la autorización para apuntarme. Es otro apasionado de este deporte y no se esperaba que desde tan pequeña yo quisiera jugar”, cuenta Vicky Pérez, la ganadora en la categoría de Deporte de los Premios Mujeres a Seguir 2017. Lo hizo en las categorías inferiores del Estudiantes, y en plena adolescencia, cuando empezaba a ver la meta cerca, una lesión cambió su rumbo. Al principio la cosa no parecía tan grave. Se rompió el ligamento cruzado anterior, una lesión bastante habitual en el mundo del baloncesto que, eso sí, le obligaba a pasar por quirófano. Fue ahí donde todo se complicó. “Cogí una bacteria de quirófano que se comió todo por dentro, dejando la rodilla inservible”, explica. “Durante el año que duró la rehabilitación me daba cuenta de que mi rodilla no estaba bien. Aun así intenté seguir jugando, pero los dolores no me lo permitieron”. Se operó unas cuantas veces más para intentar solucionar el problema. “Cuando el dolor era ya insoportable me pusieron una prótesis de rodilla que me permite, a día de hoy, hacer vida normal”.
Eso sí, la prótesis daba al traste –o al menos eso parecía en aquel momento— con su sueño de ser jugadora profesional. Aunque se buscó la vida para seguir vinculada al deporte que ama. “En esa última operación me confirmaron lo que ya sabía, que era una lesión para toda la vida. Entonces decidí formarme como entrenadora. Mi hermana fue mi mentora. Quería seguir en este mundillo, aunque fuera de otra forma”.
En esa época empezó a estudiar Terapia Ocupacional y a través de esa carrera descubrió el baloncesto en silla. “Sabía que tenía que existir algo para mí”, asegura. Un amigo de su padre le puso en contacto con el Getafe BSR y empezó su segunda etapa como jugadora, esta vez desde una silla de ruedas. Los inicios no fueron precisamente un camino de rosas. “El último recuerdo que tenía como jugadora era el de competir en la máxima categoría a la que podía acceder con mi edad, y de repente volvía a jugar, pero empezando de cero. Tuve que desaprender para aprender otra vez. Fue muy difícil”, reconoce, pero siguió peleando hasta alcanzar la élite también en esta nueva disciplina: “El deporte es una forma de vida. Y es la que he elegido, sin lesión y con lesión”.
Desde hace un par de años milita en el CD Ilunion, con el que ha ganado dos copas de Europa, dos ligas y dos copas del Rey. El conjunto madrileño se presenta también como el equipo a batir esta temporada en la división de honor de la liga española, la más potente de Europa, que arrancó hace unas semanas. Pérez juega, además, en el Alcorcón FDI de la segunda división.
En el baloncesto en silla, hombres y mujeres compiten juntos. De hecho, su marido juega también en el Ilunion. Este año son tres las mujeres de la plantilla. Según Pérez, integrarse en un equipo mixto fue también una experiencia, con sus ventajas y sus inconvenientes: “Cambia hasta la forma de comunicarse. Hombres y mujeres nos relacionamos de forma distinta. En el caso de ellos, las cosas que pasan en la pista se quedan en la pista, y eso es bueno. En el caso de las mujeres, a veces no es así. Pero, por otro lado, no compartimos el vestuario, que un sitio en el que se comentan muchas cosas. Nosotras nos perdemos todas esas conversaciones”.
En los últimos años ha sido también una de las jugadoras clave de la Selección Femenina de Baloncesto en Silla, con la que ha disputado tres europeos. Ahora espera ser convocada para participar en el Mundial de Hamburgo, que se celebra el año que viene.
Además, es una de las entrenadoras (hay tres) de la escuela de baloncesto del Ilunion, donde ayuda a un grupo de gente con discapacidad (ahora mismo tiene 33 alumnos) a iniciarse en esta disciplina. Es algo muy bonito, pero también muy difícil, reconoce, porque trabajan con gente con edades y situaciones muy diferentes. “Puedes tener un niño con parálisis cerebral, una chica que ha se ha quedado en silla de ruedas por un accidente de coche y que nunca había jugado al baloncesto, o un hombre de 40 que ha jugado toda la vida y ha tenido un problema de rodilla como el mío. Equilibrar eso es todo un reto”. Aunque parezca imposible, también le ha dado tiempo a acabar la carrera; ya es terapeuta ocupacional y experta en ortopedia y ayudas técnicas. “A día de hoy me dedico de manera profesional al deporte, lo que siempre he querido. Cuando acabe, retomaré mi segunda pasión, la terapia”.
Este reportaje se publicó primero en el tercer número de nuestra edición en papel.