En la época en que empezamos no había ninguna plataforma económica para que las mujeres se unieran. Había organizaciones políticas y organizaciones que hablaban de temas relacionados con mujeres, pero no una plataforma económica en la que ellas se reuniesen para hablar de cómo acelerar su acceso a las oportunidades económicas, y no solo en Estados Unidos, sino de forma global. Quisimos que la decisión se centrase únicamente en la economía, porque sin dinero las mujeres no pueden hacer nada. Necesitan dinero, porque el dinero es poder. El foro es un espacio para que podamos compartir soluciones y en el que aprender unas de otras. Reunimos a muchas mujeres importantes: ministras, jefas de Estado, mujeres de negocios, altas ejecutivas… Pero también a las que están en cargos intermedios. No puedes tener solo a la élite hablando con la élite. La presencia de mujeres que toman decisiones a otros niveles también es importante. El espíritu empresarial es la clave del empoderamiento. Siempre digo que estoy orgullosa de las mujeres porque creo que han sido capaces de hacer mucho con muy poco. En los años cincuenta nadie quería que recibieran una educación, pero fueron a la escuela incluso cuando prácticamente se lo prohibían. Fueron a trabajar cuando todo el mundo estaba en contra. Crearon empresas cuando todo el mundo les decía que iban a fracasar. Es realmente asombroso lo lejos que han llegado con tanta oposición.

“Estoy contenta de que las jóvenes de hoy no se manifiesten solo por los derechos de la mujer. También marchan por el cambio climático, por ejemplo. Es maravilloso”.

¿Cómo han cambiado las cosas desde la primera cumbre que organizasteis?

Para esa primera cumbre enviábamos las invitaciones por correo y las gestiones las hacíamos por teléfono. Era mucho más difícil llegar a la gente. Como activista por los derechos de las mujeres siempre me he preguntado hasta dónde hubiéramos llegado si hubiéramos tenido antes internet e Instagram. Aun así, estoy muy orgullosa de todo lo que conseguimos, continuamente organizábamos marchas por nuestros derechos. Estoy contenta de que las jóvenes de hoy no se manifiesten solo por los derechos de la mujer. También marchan por el cambio climático, por ejemplo. Es maravilloso.

Todavía estamos lejos de la paridad, aunque en los últimos años parece que está mejorando la situación. ¿Crees que las cuotas han sido determinantes en esta mejoría?

Por supuesto, si los gobiernos no hubieran tomado la iniciativa y no hubieran dicho ‘necesitáis este porcentaje de mujeres en el Parlamento para esta fecha o tenéis que tener este número de mujeres en los consejos de administración de las empresas para esta fecha’, no estaríamos en el punto en el que estamos hoy. Las cuotas fuerzan el cambio en una fecha límite. Y al ser leyes, no se pueden incumplir. No hay más que mirar el ejemplo de la presencia de mujeres en los consejos de administración. Todo tipo de países han establecido por ley la necesidad de tener cuotas para crear igualdad de condiciones para las mujeres, y no solo países europeos, también EAU, Panamá o Malasia.

“En España tenéis suerte, contáis con unas buenas políticas de baja parental remuneradas. En Estados Unidos estamos luchando por un permiso remunerado, pero no creo que vaya a suceder, debido a la división de nuestro Congreso”.

¿Qué podemos hacer para cerrar definitivamente la brecha de género?

En primer lugar, el cuidado de los hijos. En España tenéis suerte, contáis con unas buenas políticas de baja parental remuneradas. En Estados Unidos tenemos un permiso no remunerado de doce semanas. Ahora estamos luchando por un permiso remunerado, pero no creo que vaya a suceder, debido a la división de nuestro Congreso. A menos que se apoye a las mujeres en el cuidado de las familias, no podrán tener una vida económica externa. Y en segundo lugar, tenemos que abordar la brecha salarial. Ningún país ha conseguido que las mujeres cobren lo mismo que los hombres por los mismos trabajos, y por eso, tienen pensiones más pequeñas. Hubo un candidato presidencial que dijo: “Una barra de pan no le cuesta menos a una mujer, así que ¿por qué hay que pagarle menos?”. Es totalmente cierto. Hay estudios que demuestran que cuando las mujeres están más comprometidas como trabajadoras en un país, el PIB aumenta. A veces me cabrea, porque es tan obvio: dos personas ganan más que una. Pero sigue habiendo prejuicios y estereotipos sobre lo que las mujeres pueden o no pueden hacer, y este es el mayor obstáculo para el avance de las mujeres. Esto es tan cierto en España como en Estados Unidos. Tengo aquí un recorte del Washington Post que dice que la proporción de mujeres en puestos ejecutivos cae por primera vez en años. No podemos pararnos.

¿Cómo se puede aumentar la presencia de las mujeres en estas esferas?

Hay estudios que demuestran que el primer ascenso se produce más tarde en el caso de las mujeres que en el de los hombres. En algunos lugares ocurre hasta diez años más tarde. Por eso también ganan menos, debido a esa promoción tardía. Empieza desde el principio. Las empresas tienen que estar atentas. Si van a crecer, miren dónde están las mujeres en todos los niveles. Tienes que tener la intención de una plantilla diversa y apoyar esa diversidad en cada etapa de la carrera.

¿En que países que lo estén haciendo bien en materia de igualdad debamos fijarnos?

Los países nórdicos siempre están a la cabeza: Noruega, Suecia, Finlandia. Trabajan duro, tienen leyes para la igualdad salarial, implementaron las cuotas antes que nadie... Tienen todas las leyes que nos encantaría tener. También son países más pequeños y homogéneos. No como, por ejemplo, Estados Unidos, que es tan diverso. Cuando intentas crear equidad en un lugar tan diverso, el reto es mayor. Pero, incluso en Noruega, que fue el primer país en tener cuotas de mujeres en los consejos de administración y tienen buenas políticas en materia de paternidad, las mujeres se quejan todavía de que no están en la dirección de las empresas. No hay muchas CEO en Noruega.

“Incluso en Noruega, que fue el primer país en tener cuotas de mujeres en los consejos de administración y tienen buenas políticas en materia de paternidad, las mujeres se quejan todavía de que no están en la dirección de las empresas”.

¿Cómo ves el futuro?

Tengo que pensar que será mejor. Cuento con los jóvenes para que persigan el cambio. La siguiente generación tiene desafíos que nosotros no tuvimos. Su reto es preservar el mundo que conocemos. Los activistas son optimistas por naturaleza. Si no, no seguiríamos luchando.