“Las mujeres son más estrictas. Para bien y para mal”

Charlamos con Roberto Verino sobre su carrera, los cambios que afronta el negocio de la moda y el vino, su otra gran pasión

Foto: Santiago Ojeda

El año próximo cumplirá 35 años haciendo y vendiendo su moda, a la que ha ido añadiendo adeptas y adeptos y que, como él, aspira a mantenerse joven, aunque tenga 72 años (“y cinco nietos”, dice orgulloso). Verino, nacido Manuel Roberto -el manuel se quedó por los caminos de la moda- comenzó su andadura en 1982 con un desfile en el hotel Miguel Ángel de Madrid, antes de incorporarse a la recién nacida pasarela Cibeles en 1984. Y desde entonces casi nunca ha faltado a esa cita que se produce en primavera y en otoño, para mostrar sus colecciones, salvo unos años en los que un grupo conocido como 'los disidentes' decidió salir de la pasarela oficial, algunos otros en los que buscó la internacionalización y hace dos temporadas, cuando decidió no desfilar. Volvió el septiembre pasado con un cambio de chip, porque sigue siendo un poco rebelde: el de enseñar en pasarela no las creaciones de la temporada siguiente como exigen los cánones, sino lo de la propia, lo que hay en tienda, siguiendo la estela del see it now, buy it now (ver ahora, comprar ahora), tendencia a la que se han apuntado en Nueva York, por ejemplo, Tom Ford o Tommy Hilfigher, y en Londres, Burberry.

¿Por qué esa fórmula? ¿Cómo crees que va a evolucionar?

Es el futuro. La moda siempre ha estado evolucionando no solo en cuanto a propuestas sino también en lo que tiene de planteamientos de organización. Cuando nace la idea de presentar las pasarelas con seis meses de antelación a su comercialización se hace exclusivamente para mostrar a la prensa especializada. Hoy, la inmediatez que generan las nuevas tecnologías echa por tierra la exclusividad que se le daba a la prensa. Como nosotros nos debemos al consumidor, presentamos la temporada cuando este lo necesita y eso pone en valor la colección porque no es lo mismo presentarla solo en la tienda que en una pasarela.

En el desfile del que Verino habla mostró su colección de otoño invierno, haciendo un guiño especial a la fiesta, a las jóvenes, a la danza, con modelos a medio camino entre los elfos y las hadas, que contrastaban con las lanas y las parkas de la primera parte, y todo ello con pantallas en las que se reproducían escenas de la ciudad de Nueva York, lugar mítico para este gallego de Verín que además de ser una institución en la moda española se ha hecho referente de moda de mujeres y cada vez más hombres gracias a sus 140 puntos de venta, muchos de ellos en El Corte Inglés. Concentrado en España, ahora lo que busca es volver a su esencia, que es la sencillez, la funcionalidad y esa relación maravillosa de precio-producto que ha significado que podamos ofrecer productos iguales de calidad que los de alta costura pero que valen diez veces menos.

¿Cómo lo has conseguido? Son muchos puntos de venta. De los creadores españoles que desfilan ninguno tiene tantos.

Ni de los que desfilan ni de los que no. Ni la cuarta parte. Lo he hecho como he podido y con muchos cambios de estrategia. Por ejemplo, en 1997 decidí dejar de vender en 600 tiendas multimarca para hacerlo exclusivamente en nuestros puntos de venta y en El Corte Inglés. Nos salió genial porque conseguimos reducir el precio de venta al público al eliminar un intermediario.

¿La mayoría de tus tiendas son franquicias?

No, la mayoría son propias. En franquicia, creo que tenemos 15. En El Corte Inglés estamos en 50 centros, en algunos casos hay hombre y mujer. La venta en El Corte Inglés en 1987 también fue un momento clave de cambio. Me criticaron todos mis colegas. Pero fue un grandísimo acierto. Apenas dos años después, los mismos que me habían criticado, venían a pedirme que, por favor, les ayudara a introducirse ahí.

¿En quién te has apoyado siempre para tomar esas decisiones? ¿Quiénes son tus puntales?

En este contexto uno tiene un equipo donde hay personas más capaces que otras, tanto a nivel comercial como en diseño, gestión, finanzas, imagen. Obviamente esto no se decide porque un día yo lo diga, lo vas analizando y a mí me parecía una irracionalidad presentando las colecciones para los consumidores al mismo tiempo que para la prensa.

Un equipo en una fábrica imponente, en Orense, en la que se instalaron en el año 2002, en el momento del crecimiento, del boom, con el cambio de venta multimarca a propia, “ahí tuvimos un crecimiento exponencial y nos planteamos hacer unas instalaciones que respondieran al crecimiento que suponíamos que se iba a producir. Y contamos con una parcela que admite duplicar lo que tenemos y con tres naves. En diseño, somos 16 personas, desde la gestión de la compra de tejido hasta la oficina técnica de logística y operaciones. No somos tantos. Hay una responsable de la colección de mujer, otra de hombre y otra de complementos que siempre me están reclamando más atención… Luego hay quien me dice que tengo que venir a vivir a Madrid y ya me gustaría, pero claro tendría que divorciarme de mi mujer…” Se refiere a María, su puntal en la vida, con quien lleva casado 35 años (tuvo un matrimonio anterior), y en la empresa, pues es la responsable de diseño de mujer. Verino tiene además una hija, Cristina, trabajando con él, al cargo de la venta online, las redes sociales y marketing.

¿Las mujeres son importantes para ti?

Yo he tenido la grandísima fortuna de haber contado con la más maravillosa de las mujeres, por empezar hablando de mi abuela materna que es mi primer referente de juventud; no acababa de entender como una persona con noventa y pico años podía ser tan joven de cabeza, lo que me hizo entender que la juventud está en el espíritu y no en la edad. Falleció con 98, tuvo la suerte de gozar de muy buena salud, fue muy feliz, estaba ilusionadísima con mis proyectos, y me ayudó mucho psicológicamente dándome ánimos para que no dejara de hacer aquello en lo que creía. Su apoyo fue clave y también el de mi madre. En Galicia, la mujer siempre ha demostrado que es la que decide, la que manda, la que ha llevado siempre las riendas de la familia. Y en el caso de mi madre también colaboraba con la actividad de mi padre, que comercializaba productos para fabricar calzado. No puedo tener más admiración por mi abuela, y por mi madre por supuesto, pero por ella más. Incluso digo “si ella vivió 98 años y debemos parecernos en algo, yo quiero seguir trabajando hasta los 98”. Después cogeré un año sabático porque espero pasar la barrera de los 100.

Tú vives como si tuvieras 35.

Sí, no me ha cambiado nada la vida en ese sentido. No he dejado de hacer nada o hago más, porque en estos últimos años, el esfuerzo para estar en la cresta de la ola ha sido superior al de antes ya que había más recursos; ahora tienes que reduplicarte y estoy trabajando más que nunca, pero eso no me quita la ilusión ni el entusiasmo para seguir creyendo que el camino es el que hemos decidido, el que he puesto en marcha y que por supuesto tengo la confianza del resto de la gente que me sigue y que está alineada, comprometida e implicada. Y eso es clave. Y la diferencia entre comprometida e implicada es que el compromiso puede ser consecuencia de una vinculación económica o de algo tangencial, la implicación tiene otro carácter que es, a vida o muerte. Yo lo digo mucho que es un ejemplo que es un bocadillo de jamón y queso. En el queso la vaca está implicada, pero en el jamón está implicado el cerdo. A uno le costó simplemente un poco de leche y a otro le costó la vida. Esa es la diferencia, la implicación de la vida.

¿La mujer se implica más?

La mujer asume su responsabilidad hasta el final sin discutir. A una mujer le das las instrucciones y como está alineada, comprometida e implicada no la quitas de ahí hasta que lo consigue. En un hombre en algún momento si lo haces pensar puede que demuestre que hay que ser un poco más tolerante, que no hay que ser tan exigente o que se puede llegar al mismo fin sin tener que ser tan estrictos. Las mujeres son más estrictas para bien y para mal. Y de hecho yo reconozco que he tenido un 98% de mujeres trabajando frente a un 2% de hombres.

¿Y directivas?

Un 50% más o menos.

¿Estás a favor de establecer cuotas?

Estoy a favor de la inteligencia, de mujer o de hombre; no de cuotas. Me parece que no se puede medir por cuotas. Se tiene que medir por la capacidad que tienen las personas, por su talento, por su inteligencia. Yo si en algo envidio a una mujer es que no tengo su capacidad para ser madre. Y ese es el mayor don que puede tener cualquier persona. Pero esa capacidad que tiene la mujer y no el hombre, ¿por qué no la lleva hasta las últimas consecuencias en lugar de sacrificar esa ventaja por querer ser igual que el hombre?

¿Qué quieres decir con llevarlo hasta las últimas consecuencias?

Que no pierdan la capacidad de ser madre por ser directivas de no sé qué. ¿Qué importancia tiene ser directiva de no sé qué cuando tienes la oportunidad de ser madre?

A lo largo de tu vida, habrás comprobado que se pueden manejar ambos aspectos.

Sí, sí, claro. Y la mujer no tiene que sentirse mal por favorecer la maternidad. Claro que se pueden hacer las dos cosas, pero dependiendo del trabajo que tengas no puedes entender que por cumplir con unos grados de exigencia debas estar un mes de viaje y tu hijo en manos de una niñera.

…O de su padre…

Bueno, claro, pero tristemente ese papel el hombre lo acepta relativamente. Y yo soy de los que me implico en casa. No se me caen los anillos porque entiendo que como mi mujer trabaja y yo también, hay que hacerlo.

Los hijos no lo son solo de las madres.

Estoy totalmente de acuerdo con eso y digo “qué suerte” cuando el padre ha tenido la oportunidad de ejercer de padre. Eso le ocurre a mi hijo, que ha decidido hacer el papel de “madre”. Mi hijo, que es arquitecto y vive en Madrid, es el que prepara la comida, la cena, baña a sus hijos, los lleva al colegio… Su mujer trabaja más tiempo que él, que ha renunciado a unas horas de trabajo. Y yo digo “qué suerte”. Me parece maravilloso, porque no hay mayor satisfacción para un padre que disfrutar de sus hijos, conocerlos, educarlos y verlos evolucionar, creo que eso es lo más maravilloso. 

¿Y cómo va tu otro negocio, el del vino?

Consiguiendo demostrar que aquel pensamiento que teníamos hace años sobre lo que era la calidad de aquel entorno (se refiere a la denominación de origen Monterrei Gargalo) está poniéndose en evidencia y en valor un día sí y otro también. No desde el punto de vista económico, porque yo lo he hecho como un hobby, pero vamos creciendo cualitativamente. No en número de botellas porque nosotros de Terra do Gargalo hacemos 100.000 botellas.

Otros tienen un barco… yo tengo eso que me permite disfrutar lo que representa el respeto a la tierra, a la naturaleza, a las formas de trabajar y disfrutar del vino y de la gente con la que lo compartes. Porque eso es lo que tiene el vino de ventaja, que compartes con mucha gente algo que te une y que lo disfrutas.

¿Prefieres tinto o blanco?

Como decía un portugués, “moito”. El concepto del vino no es una cuestión de tinto o blanco, depende de con qué, para qué, con quién… y lo de moito es un chiste; no se trata de cantidad, sino una manera de decir “todos”, que sean de uva, que estén hechos con el máximo respeto a la viña y con los conocimientos tradicionales, nada de química añadida.

Si te dijeran que te tienes que ir a vivir a una isla donde solo puedes tener un negocio, ¿elegirías de ropa o de vino?

De vino (risas). Si no hay vino, no hay conversación. Pero bueno una cosa y la otra se pueden compatibilizar.

Antes hablabas de la maternidad, ¿crees que desde el Estado habría que incentivarla?

A mí me parece una barbaridad lo que está pasando. Ayudar es que no tengan problemas con guarderías, que se repartan los días de la licencia de maternidad, que tengan beneficios fiscales o reciban algo a cambio, que tengan los colegios desde pequeños subvencionados, los libros, gratis. La gente empieza a pensar me va a costar tanto… pues dice “no tengo hijos”.

Yo siempre aplaudí que todas las mujeres que comparten mi espacio tuvieran hijos. Y si no podían de forma fácil que acudieran, como ha sido el caso de varias chicas de la empresa, a clínicas para que les ayudaran.

¿Contáis con planes específicos de ayuda a las mujeres? ¿Tenéis guardería? ¿Políticas de conciliación?

Políticas de conciliación, absolutamente todas, sin ninguna rigidez. Entendemos que las personas que estamos colaborando en una actividad como la nuestra, no pueden trabajar con el más estricto rigor, por lo que diga un convenio, porque hay muchas cosas que no se prevén y si alguien tiene un problema familiar, pues no pasa nada, la gente puede tomarse los permisos que haga falta, no se trata tanto de una cuestión de cantidad de tiempo como de calidad. Eso se nota: la gente si tiene que dar la vida la da.

 

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