Rodajes que se convirtieron en un infierno
Aunque la mayoría acabaron siendo éxitos de taquilla, hacer estas películas fue todo un reto
En el mundo del cine, la realidad a menudo supera a la ficción. Los rodajes de algunos filmes darían para hacer otra película por la cantidad de contratiempos que sufrieron. Desde problemas legales a desacuerdos creativos, pasando por cambios en el elenco, inclemencias meteorológicas o incluso todo a la vez, porque a veces, cuando a las cosas les da por torcerse, se tuercen de verdad. Aquí van algunos títulos que seguramente sus creadores no recordarán con mucho cariño, y es que hacerlos resultó una auténtica pesadilla.
‘Apocalipsis Now’ (1979)
La grabación de este clásico del cine dirigido por Francis Ford Coppola no fue ni de lejos un camino de rosas. Lo que comenzó como una producción normalita acabó prolongándose durante años y obligó al director a hipotecar su casa para hacer frente a los gastos. Parte del retraso se debió a un temporal en Filipinas que destruyó diversos decorados. Además, varios actores cayeron enfermos, incluido el protagonista, Martin Sheen, que sufrió un infarto en el set. La relación entre el director y otra de las estrellas de la película, Marlon Brando (que tenía la mala costumbre de llegar tarde y sin saberse el guion), fue también bastante tirante. Pese a todo, Coppola firmó una obra maestra.
‘Waterworld’ (1995)
De una obra maestra pasamos a uno de los mayores fracasos de la historia del cine. La película de Kevin Costner es recordada como un desastre por buenos y variados motivos. El rodaje estuvo marcado por las inclemencias meteorológicas. La grabación en el océano se complicó mucho y la llegada de un huracán a la costa de Hawái destrozó la mayor parte de los decorados. Por si fuera poco, Costner y dos especialistas casi mueren ahogados rodando una escena. Al coste de la reconstrucción de los decorados hubo que sumar las desmesuradas exigencias del actor, por entonces la mayor estrella de Hollywood. Solo la villa en la que se alojaba costaba 4.500 dólares al día. No es de extrañar que Waterworld se convirtiese en la película más cara de su tiempo. El resultado final no cumplió ni de lejos las expectativas, pero al menos logró recuperar lo invertido.
‘El cuervo’ (1994)
La película basada en el cómic de James O'Barr quedó inevitablemente marcada por la trágica muerte de Brandon Lee, hijo de Bruce Lee, que falleció en el set a causa de un accidente con una pistola que contenía balas reales en lugar de unas de fogueo. Lee tenía 28 años y una prometedora carrera por delante. Tras el suceso, la producción se suspendió temporalmente y para acabarla hicieron falta varios dobles de acción y algunos efectos especiales. Eso sí, pronto se convirtió en un título de culto.
‘Cleopatra’ (1963)
Protagonizada por Elizabeth Taylor y Richard Burton, la película sobre la reina egipcia fue una de las más caras y problemáticas de la historia del cine. Su presupuesto se disparó debido a retrasos, problemas climáticos, cambios en el elenco y enfermedades. Taylor, por ejemplo, sufrió una neumonía y una meningitis que paralizó el proyecto durante medio año. El director original, Rouben Mamoulian, dimitió y fue reemplazado por Joseph L. Mankiewicz, lo que generó tensiones adicionales en el set. A pesar de los problemas, la película fue un éxito en taquilla, pero su elevadísimo coste casi hunde a 20th Century Fox. Parece que llevar la vida de Cleopatra a la pantalla es siempre fuente de problemas: un reciente documental sobre ella de Netflix levantó ampollas en Egipto por contar con una actriz de origen africano como protagonista y el nuevo biopic que Gal Gadot (Wonder Woman) está tratando de sacar adelante ya ha hecho correr ríos de tinta, y eso que todavía no ha comenzado a rodarse.
‘Troya’ (2004)
Los problemas se amontonaron en la versión de Wolfgang Petersen de La Ilíada de Homero, que contó con un reparto estelar encabezado por Brad Pitt y Orlando Bloom. Parte del rodaje se llevó a cabo en Malta, donde el equipo tuvo que enfrentarse a temperaturas extremadamente altas. Además, varios actores sufrieron lesiones durante las escenas de batalla. Por irónico que suene, Pitt se lesionó el talón de Aquiles. Pero el más trágico accidente fue el del actor George Camilleri, que, semanas después de fracturarse una pierna en el set y ser operado, falleció debido a un coágulo que le causó un paro cardíaco. Los retrasos de la producción se acumularon, disparando su ya de por sí elevado presupuesto inicial. Tras su estreno recibió, además, numerosas críticas por su falta de rigor histórico, pero al menos la gente fue a verla, aunque solo fuera por el reclamo de Pitt y Bloom.
'Fitzcarraldo’ (1982)
El legendario Werner Herzog, uno de los autores más osados del cine contemporáneo, lo dio todo en la producción de Fitzcarraldo. Esto, viniendo de un tipo que una vez se comió (literalmente) un zapato por una promesa hecha a un colega (la anécdota se convirtió en un corto llamado, muy apropiadamente, Werner Herzog se come su zapato), es mucho decir. Para rodar la historia del empresario irlandés tan obsesionado con la ópera que decide construir un teatro en la selva (una historia increíble pero cierta, porque se basa en hechos reales), el director alemán tenía que llevar un barco de vapor de más de 300 toneladas a través de la selva amazónica pasando por una montaña. Y no se le ocurrió otra cosa que hacerlo de verdad, sin recurrir a efectos especiales. Lógicamente, fue una verdadera pesadilla logística. A esto se sumaron las adversas condiciones climatológicas, que provocaron lesiones en parte del equipo. El actor principal, Jason Robards, terminó abandonado el proyecto y hubo que volver a filmar gran parte del metraje con Klaus Kinski. Al final todo acabó mereciendo la pena: la película ganó la Palma de Oro en Cannes y fue candidata a los BAFTA y los Globos de Oro.
‘El hombre que mató a Don Quijote’ (2018)
El rodaje de este filme de Terry Gilliam fue tan turbulento que dio lugar a un documental sobre él: Lost in la Mancha. La película, un proyecto maldito desde el principio, tardó más de dos décadas en ver la luz. Tuvo problemas de todo tipo, desde dificultades para conseguir financiación hasta líos legales. Inició su rodaje en el año 2000 y a lo largo de los años el guion experimentó numerosos cambios y ajustes. Agotados, actores como Johnny Depp y Jean Rochefort acabaron abandonando el proyecto. Este último había sufrido una lesión que le impedía montar a caballo y obligó a suspender el rodaje durante unas cuantas semanas. Por supuesto, el clima tampoco les dio tregua: los decorados sufrieron por inundaciones y condiciones climatológicas extremas. Pese a todos los obstáculos, Gilliam logró completar la película, que se estrenó en 2018 con Adam Driver y Jonathan Pryce en los papeles protagonistas.
