‘Mujercitas’: 150 años de un clásico a ratos feminista

La novela de Louisa May Alcott merece ser revisitada dejando a un lado tópicos y prejuicios

La artista filandesa Riikka Sormunen ha ilustrado la nueva reedición de la obra publicada por Lumen

Escrita por Louisa May Alcott, Mujercitas es un fiel reflejo de la sociedad de su época, así como de los corsés que ataban a las mujeres, pero también de las inquietudes que empezaban a hacerlas querer escapar de ellos.

El 30 de septiembre de 1868, Louisa May Alcott publicaba Mujercitas (en inglés, Little Women), una novela sobre el tránsito de la adolescencia a la madurez de cuatro hermanas, con la guerra civil estadounidense como telón de fondo. El libro, basado vagamente en las propias experiencias de la autora creciendo con tres hermanas en la ciudad de Concord, Massachusetts, fue todo un éxito. La primera edición, con una tirada de 2.000 copias se agotó inmediatamente. Todo un best-seller en aquel momento.

Ante las peticiones de los lectores, que bombardearon a la autora con cartas exigiendo una segunda parte para saber qué había sido de las hermanas, la novela tuvo su continuación un año después con Aquellas mujercitas (en inglés, Good Wives). Esta arranca cuatro años después del momento en el que lo deja la primera. Ambos libros se editaron en Europa y después también en América como un solo volumen. En el caso de las ediciones españolas, la obra sufrió, además, traducciones deficientes y versiones recortadas y edulcoradas. Hasta la traducción de Gloria Méndez Seijido, publicada por Lumen en 2004, no se pudo leer en castellano una edición completa basada en el texto íntegro de la obra original de 1868.

La mayoría tuvimos nuestro primer contacto con la novela de Alcott a través de una de esas frecuentes adaptaciones purgadas destinadas al público juvenil (femenino, se entiende) que el sector editorial español tuvo a mal regalarnos durante décadas. Con todo y con eso, se convirtió en un libro fundamental para muchas. Es un título que suele surgir cuando a las escritoras y periodistas se les pregunta por los libros que más han influido en su trayectoria literaria. Lo reivindican Almudena Grandes, Elvira Lindo o Cristina Fernández Cubas, entre las españolas, y Simone de Beauvoir, Ursula K. Le Guin, Susan Sontag, Ann Petry o J.K. Rowling, entre las de fuera. Quizá porque para casi todas supuso su primer contacto con la figura de la mujer escritora. Pero más allá de despertar o reafirmar vocaciones literarias, la obra ha marcado a generaciones de mujeres (también de hombres), seducidas por el retrato que hace de ese confuso momento entre la infancia y la vida adulta en el que, para bien o para mal, se forjan las identidades.

En una relectura actual es inevitable, además, detenerse en un aspecto que la mayoría ni nos planteamos cuando atacamos el libro por primera vez, generalmente en la infancia o la adolescencia: el feminismo. Tampoco conviene llamarse a engaño. Mujercitas no deja de ser una pieza de literatura didáctica (en el sentido de que fomenta lo que se consideraban las virtudes femeninas) y sentimental, que en su mayor parte celebra los roles de género tradicionales y propone una visión dulcificada de la vida doméstica. Sin embargo, en la representación que hace la autora de esas mujeres dóciles y estereotipadas, pero también imperfectas, ambiciosas e independientes, hay algo que engancha con esta corriente. Debe haberlo, cuando hasta Simone de Beauvoir decía que en el libro había “atisbado un destello” de su yo futuro. Probablemente se refiriera al personaje de Jo March. Porque casi todo lo que de espíritu inconformista hay en Mujercitas está concentrado en ella. Esa aspirante a escritora fuerte, inteligente, generosa y divertida, de voluntad férrea y carácter indomable, es el personaje con el que todas las jóvenes que se acercan al libro tienden a identificarse.

Al principio de la novela se la retrata como una chica con aires de chicazo, malhablada y rebelde. Al igual que la propia Alcott, comprometida toda su vida con el movimiento abolicionista y el sufragismo, Jo lamenta haber nacido niña, por los límites y restricciones que ello apareja. Lejos de resultar monolítico, el personaje está lleno de contradicciones, lo que también lo humaniza. En un momento de la novela se corta el pelo para venderlo y conseguir así el dinero para visitar al padre enfermo (de nuevo una representación de la mujer sacrificándose por la familia). Cuando su hermana Meg la descubre llorando esa noche, Jo admite que una parte de ella extraña su larga cabellera, aunque el sentimiento se disipa a la mañana siguiente.

Contradicciones aparte, Jo rechaza el destino que su género le impone, atado al hogar y las tareas domésticas, y desprecia abiertamente la idea de casarse y tener hijos. Si bien en la primera parte la trama nupcial tiene menos peso que, por ejemplo, en las historias de Jane Austen, en el segundo volumen Alcott acaba cediendo a la presión de editores y lectores y decide casar a sus protagonistas. “Las chicas me escriben para preguntarme con quién se casarán las mujercitas, como si casarse fuera el único objetivo y finalidad de una mujer”, se lamentaba en su diario la escritora, que no se casó nunca. Eso sí, se toma la pequeña venganza de no emparejar a Jo con el que sería su destino romántico natural, su vecino y amigo del alma, Laurie, y le busca un pretendiente muy poco convencional para la época: un profesor de origen extranjero, con pocos recursos y muchos más años que ella. Más antifeminista que el que se case, parece, desde la perspectiva actual, el hecho de que el matrimonio aplaque la ambición y el carácter rebelde de Jo, como también lo hace con el materialismo de Meg, o la vanidad de la pequeña, Amy; todas características alejadas del ideal femenino de la época que desde el principio encarna la otra hermana, Beth. Puede, en definitiva, que Mujercitas no tuviera ese espíritu revolucionario que ahora se le quiere adjudicar, pero al menos sí consiguió crear un universo de mujeres fuertes e independientes que intentan encontrar su lugar en la sociedad que les ha tocado vivir. Y dada la época, solo eso ya tiene su valor.

Tu privacidad es importante para nosotros

Utilizamos cookies propias y de terceros para analizar nuestros servicios con fines analíticos, para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación y para incorporar funcionalidades de redes sociales. Podrás cambiar de opinión y modificar tus opciones de consentimiento en cualquier momento al volver a esta web y accediendo a la página Política de Cookies.

Panel de gestión de cookies

✓ Permitir todas las cookies
✗ Denegar todas las cookies
Estas cookies son necesarias para que el sitio web funcione y no se pueden desactivar en nuestros sistemas. Usualmente están configuradas para responder a acciones hechas por usted para recibir servicios, tales como ajustar sus preferencias de privacidad, iniciar sesión en el sitio, o llenar formularios. Usted puede configurar su navegador para bloquear o alertar la presencia de estas cookies, pero algunas partes del sitio web no funcionarán. Estas cookies no guardan ninguna información personal identificable.

Cookies técnicas

✓ Permitir
✗ Denegar
Las cookies estadísticas nos permiten contar las visitas y fuentes de circulación para poder medir y mejorar el desempeño de nuestro sitio. Nos ayudan a saber qué páginas son las más o menos populares, y ver cuántas personas visitan el sitio.

Google Analytics

Ver sitio oficial
✓ Permitir
✗ Denegar
✓ Permitir
✗ Denegar
Estas cookies pueden ser añadidas a nuestro sitio por nuestros socios de publicidad/medios sociales. No almacenan directamente información personal, sino que se basan en la identificación única de tu navegador y dispositivo de Internet para ofrecerle compartir contenido en los medios sociales o para mostrarte contenido o anuncios relevantes en nuestro sitio web u otras plataformas.
✓ Permitir
✗ Denegar
✓ Permitir
✗ Denegar
Subir al principio de la página