La primera vez que intentaron casar a Sonita Alizadeh, ella tenía 6 años y no se enteró bien de lo que estaba pasando. Afortunadamente el trato no llegó a cerrarse y Alizadeh y su familia emigraron de su Afganistán natal a Irán. En Teherán ella aprendió a leer y escribir por su cuenta mientras trabajaba limpiando baños. También descubrió la música de Eminem y del rapero iraní Yas. Inspirada por ellos, empezó a escribir sus propias canciones. Seguro que no le resultó fácil, sobre todo si tenemos en cuenta que en Irán las mujeres tienen prohibido cantar (o bailar) en público.

En 2014, escribió una canción para un concurso estadounidense por la que ganó un premio de 1.000 dólares. Ella decidió mandarle el dinero a su madre, que había regresado a Afganistán. La respuesta de su madre fue informarle de que le habían encontrado marido, un hombre mayor que pagaría 9.000 dólares por ella. Por entonces Sonita tenía 16 años y esta vez sí entendió lo que se le venía encima.

Afortunadamente, tampoco esa boda llegó a celebrarse. Alizadeh había conocido, a través de un trabajador una oenegé en la que recibía clases de teatro y música, a la directora iraní de documentales Rokshareh Ghaemmaghami, que estaba interesada en registrar su historia. Ghaemmaghami intervino, le dio a la madre una cantidad de dinero para salvar a la adolescente del matrimonio y acabó el documental sobre Sonita, que se proyectó en los festivales de Amsterdam, Sundance o Seattle.