El domicilio conyugal

Teresa Viejo

Teresa Viejo

Verano de 1953. Madrid se asfixia y Antonia agoniza en un hospital. Hablar del tiempo siempre está bien visto, hacerlo de una mujer humilde rematada a cuchilladas por su marido no era de buen gusto. Y al parecer tampoco ahora.

La noticia no le resultó inadvertida a otra mujer que escribió sobre ella un artículo, silenciado por la censura durante tres meses.  Pasado este plazo el director de ABC se arriesgó y lo mando a imprenta. No obstante el texto no parece un impulso sino la reflexión meditada de alguien que conoce al detalle el terreno que pisa. “Una historia realista y amarga” es la valoración de la autora de un hecho tan frecuente como vulgar, relegado a la intimidad del matrimonio. Así pensábamos hasta anteayer. La autora no aborda un debate imposible en los años de oro de la dictadura pero sí formula su caballo de batalla, al fin y al cabo es abogada -licenciada por la Universidad de Sevilla tras acudir a clase escoltada por su tutora y una de las tres únicas colegiadas en Madrid - y frecuente defensora de mujeres en pleitos kafkianos donde los jueces solían replicarle: “Está usted loca. ¿Cómo podemos tolerar que un hombre salga de “su” casa?”, cuando en los procesos de separación ella reclamaba que fuese el marido y no la mujer quien tuviese que abandonarla.

Mercedes Fórmica es ángel o diablo según quien la mente. Su biografía lo tiene todo para convertirse en carne de folletín pero ella eligió destacar en oficios donde no se esperaba a las mujeres, de ahí que fuera rechazada en la carrera diplomática cuyo requisito imprescindible era ser varón. Antes había nacido en el seno de una familia burguesa, había asistido perpleja a los agravios hacia su madre al divorciarse de un padre que se intuye violento, había trabado amistad con García Lorca y se había vuelto falangista para después renegar de serlo, que no de su creador a quien admiraría siempre. Y escribió novelas, siendo una de ellas finalista al Premio Nadal. Vamos, un completo. Cuando escribe el artículo le faltan dos años para abrir su propio despacho y algunos meses para pedir audiencia al dictador, convencida de que el Código Civil debía de cambiarse en aras de proteger a la mujer.

Y en parte lo logró. Tímidamente, cierto, pero la reforma de 1958 (que se llamó la re-formica en alusión a su apellido) sustituyó el término “casa del marido” por “domicilio conyugal” y eliminó el ultrajante “depósito de la mujer” por el que el marido tras la separación tenía que depositar a la mujer en casa de los padres o en un convento. Se quedó en deseo su propuesta de eliminar el precepto legal de “mujer adúltera”.

En aquellos años Mercedes Fórmica se convirtió en una celebridad llegando a ser retratada para la revista “Time” por Inge Morath, la primera fotógrafa de la agencia Magnum, quien recibió el encargo del mismo Robert Capa. Eso sí en la foto luce mantilla y peineta. ¿Abogada feminista? Cuando a comienzos del 54 en una entrevista le preguntan al respecto responde tajante “yo no tomo posturas feministas”, pero aquí la equidistancia se prevé imposible. De ahí que, pasado el tiempo y ser tildaba de fronteriza, el rodillo del olvido cayó a plomo sobre ella. 

¿Por qué rescato ahora a Mercedes de la desmemoria?

Porque en este momento conviene saber más que nunca de dónde venimos para entender dónde estamos. Por que la ignorancia es osada y peligrosa. Porque negar lo evidente es de necios. Porque no debería existir un feminismo de pedigrí, sino un feminismo trasversal entendido como el necesario reequilibrio de una sociedad que ha silenciado por sistema a la mujer. Porque los hombres tienen que participar de él, sin exclusiones ni frentismos.

Presumo la cautela de Mercedes Formica en cada uno de sus pasos, observada y vigilada, por tanto la contemplo con compasión. No en vano ella se pronunciaba en un país donde pasaban estas cosas: la frase con la que la revista “Time” cerraba el reportaje fue escuchada a un ciudadano madrileño en plena calle: “Creo que empieza un gran torbellino. Gracias a Dios mi mujer no lee los periódicos”.

Muy a pesar de este tipo, más de una leería el artículo de Mercedes y se empoderara gracias a él. Por cierto, se titulaba “El domicilio conyugal”.

Tu privacidad es importante para nosotros

Utilizamos cookies propias y de terceros para analizar nuestros servicios con fines analíticos, para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación y para incorporar funcionalidades de redes sociales. Podrás cambiar de opinión y modificar tus opciones de consentimiento en cualquier momento al volver a esta web y accediendo a la página Política de Cookies.

Panel de gestión de cookies

✓ Permitir todas las cookies
✗ Denegar todas las cookies
Estas cookies son necesarias para que el sitio web funcione y no se pueden desactivar en nuestros sistemas. Usualmente están configuradas para responder a acciones hechas por usted para recibir servicios, tales como ajustar sus preferencias de privacidad, iniciar sesión en el sitio, o llenar formularios. Usted puede configurar su navegador para bloquear o alertar la presencia de estas cookies, pero algunas partes del sitio web no funcionarán. Estas cookies no guardan ninguna información personal identificable.

Cookies técnicas

✓ Permitir
✗ Denegar
Las cookies estadísticas nos permiten contar las visitas y fuentes de circulación para poder medir y mejorar el desempeño de nuestro sitio. Nos ayudan a saber qué páginas son las más o menos populares, y ver cuántas personas visitan el sitio.

Google Analytics

Ver sitio oficial
✓ Permitir
✗ Denegar
✓ Permitir
✗ Denegar
Estas cookies pueden ser añadidas a nuestro sitio por nuestros socios de publicidad/medios sociales. No almacenan directamente información personal, sino que se basan en la identificación única de tu navegador y dispositivo de Internet para ofrecerle compartir contenido en los medios sociales o para mostrarte contenido o anuncios relevantes en nuestro sitio web u otras plataformas.
✓ Permitir
✗ Denegar
✓ Permitir
✗ Denegar
Subir al principio de la página