La moda ‘vintage’ llega también a las joyas

Los prejuicios que tradicionalmente han rodeado a la compra-venta de joyas de segunda mano están pasando a la historia

Fotos: Piezas adquiridas por Circa que no están en venta

A finales del siglo XIX, y con la inestimable ayuda de la reina Victoria de Inglaterra y su esposo, el príncipe Alberto, grandes amantes de las joyas, camafeos y serpientes alcanzaron una gran popularidad en el ámbito de la joyería de lujo. Son dos de los motivos que, gracias a la tendencia vintage, están recuperando los aficionados a lo exclusivo, antiguo y de segunda mano.

Aunque en nuestro país el mercado de la joyería vintage sigue siendo un sector relativamente desconocido y al que rodean ciertos estigmas, parece que poco a poco está consiguiendo sacudirse los prejuicios. Mucha gente todavía relaciona la venta de joyas con una necesidad económica (repentina o arrastrada), lo que tradicionalmente ha frenado el crecimiento de este mercado. Al menos en España, no así en otros países europeos.

Pero como explican desde Circa, compañía que se dedicada a la compra-venta de joyas de lujo, los dos motivos más habituales por los que hoy en día alguien se desprende de una pieza de valor es haberla recibido en herencia o estar asociada a un mal recuerdo. Circa cuenta con una oficina en Madrid dedicada exclusivamente a este oficio que es lo más alejado a una casa de empeño o una tienda de compro oro que una se pueda imaginar. Se atiende a los clientes en salas privadas y con cita previa para una mayor confianza y seguridad. Tasación mediante, se garantiza el mejor precio y pago inmediato. En la mayor parte de los casos, las piezas se envían luego al mercado americano, el más potente en este sector. El grueso de su público (en torno al 60%) está formado por mujeres de más de 40 años con un nivel adquisitivo y cultural medio/alto.

¿Y qué es lo que se lleva ahora mismo en la joyería vintage? Marta Eizaguirre, directora de Circa y experta gemóloga que ha pasado por empresas como Bulgari y Hermès, explica que “ahora es muy interesante tener grandes diamantes de determinada calidad y tamaño, así como joyería del primer tercio del siglo XX (antes de los años treinta). Además, si se quiere vender piezas con perlas naturales o rubíes Burma, es el momento para hacerlo. También las joyas de firma, ya que siempre hay coleccionistas interesados en ellas”.

Las joyas creadas en el siglo XIX y principios del XX son las que tienen más demanda, pues en esa época, cuenta Eizaguirre, “se sentaron muchas de las bases que nos ayudan a entender el valor y las tendencias en la joyería posterior hasta la actualidad.  Cada vez se introducían más técnicas (mosaico, esmalte, etcétera) y comenzó la relación entre las joyas y la moda”. En esa época también surgieron algunas de las grandes casas como Cartier (fundada en París en 1847 por Louis-François Cartier) o Bulgari (que nació en Roma poco después, en 1884, por iniciativa del griego Sotirios Boulgaris). Los diseñadores pasaban así de ser meros artesanos a marcas.

Coincidió, además, con una corriente artística, el denominado Art Nouveau, que impregnó otras muchas disciplinas y que, en el mundo de la joyería aportó sutileza, delicadeza, romanticismo con tintes orientales, predominio de la naturaleza y explosión de perlas y cristal.

Como decíamos al principio, la afición reina Victoria y su marido (él incluso diseñaba joyas para ella) también ayudaron a su popularización. Al menos, en la corte, lógicamente no tanto entre el pueblo. Eso explica que en la primera Exposición Universal, celebrada en Londres en 1851, se exhibieran las joyas como un bien artístico fundamental de Inglaterra.

 

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