Ni un paso atrás
Silvia Ocaña
Recientemente se han producido, concentrados en el espacio de unos pocos días, algunos sucesos inquietantes para el mundo en general y las mujeres en particular. Aquí en España hemos asistido a la puesta de largo de Vox con un multitudinario acto en la plaza de toros de Vistalegre. Parece que la ultraderecha española, hasta ahora en un discreto segundo plano, ha decidido saltar a la palestra y empezar a dar visibilidad a su agenda política, que pasa por combatir a tres enemigos claros. A saber: independentismo, inmigración y, por supuesto, feminismo.
La victoria contra pronóstico de Jair Bolsonaro en la primera vuelta de las presidenciales en Brasil también ha pillado por sorpresa a muchos. Sondeos realizados unos días después le confirmaban como favorito para las elecciones. No parece que la estrategia de su rival, Fernando Haddad, de pintarle como un reaccionario sin respeto por las instituciones ni los derechos civiles esté funcionando. Tampoco es que Bolsonaro haga mucho por intentar disimular que lo es. En una entrevista reciente declaraba cosas como que nunca había visto “a una mujer quejarse por ganar menos que un hombre” y anunciaba su intención de dejar Brasil “como hace 40 o 50 años”. En Europa, los últimos resultados electorales de Francia, Italia, Alemania, Holanda o Austria demuestran que la derecha radical, con su discurso machista, xenófobo y homófobo, tampoco está precisamente en retirada.
Otra muy mala noticia para las mujeres ha sido la confirmación de Brett Kavanaugh, acusado de violación y acoso por al menos una docena de ellas, como magistrado del Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Su ratificación ha sido celebrada por Trump y sus partidarios porque garantiza una mayoría republicana en la corte suprema durante años, quizá incluso toda una generación. También por el llamado movimiento provida, que llevaba tiempo esperando a que el tribunal diera un giro a la derecha para intentar revocar Roe contra Wade, la histórica sentencia que en los setenta dio protección federal al derecho al aborto.
Afortunadamente nos queda el feminismo, el movimiento a favor de los derechos civiles con más fuerza ahora mismo. La experiencia nos ha demostrado que recuperar los derechos cuesta tanto como conquistarlos de primeras. Nos conviene, por tanto, no ceder en su defensa ni un milímetro. No caben más señales de que nos la estamos jugando.