Amnesia/1

David Torrejón

David Torrejón

Ligeramente inspirado en un anuncio de Volkswagen

 

.- Su mujer –señala el doctor.

“¿Mi mujer? -se pregunta él-¿Pelirroja? ¿Tengo mujer? No me suena de nada. Claro que, tampoco me suena de nada este sitio. Ni el doctor me sonaba hace tres días. Ni me suena todavía mi cara cuando me miro al espejo”.

.- Hola cariño –deja caer ella mirándole con lo que parece cierta desesperanza- Soy yo.

“No me reconoce -piensa aliviada-. Tal y como pensábamos. Fue un golpe tremendo. Mejor. Necesitamos tiempo, un par de días. Pero ¿y si estuviera fingiendo?”.

La pareja abandona el hospital en un taxi. Al pasar por un parque, ella mira un banco y le pregunta.

.- ¿Te acuerdas?

.- No –responde él mientras lo ve alejarse por la ventanilla.

“No había que recordar. Pero no ha mostrado la menor sorpresa. No creo que esté mintiendo”.

“Un banco en un parque ¿Qué ha pasado en ese banco? ¿Por qué me mira como si estuviera esperando algo? ¿Por qué ese algo parece angustiarle más que alegrarla?”

El taxi llega a una zona residencial. Salen del coche frente a un chalé al final de una calle sin salida. Hay un vecino cortando el seto. Sale del coche y lo mira. Le saluda con la mano. El vecino no responde y sigue con su tarea como si tal cosa.

“Si de verdad yo viviera aquí estoy seguro de que ese hombre me habría saludado. Máxime si hubiera sabido que he tenido un grave accidente. Claro que quizás sea un simple jardinero”.

“Ese tipo podría haber sido un poco más amable. Va a pensar que esta no es nuestra casa”.

.- Nuestra casa –dice ella prolongando sus pensamientos en voz alta.

“No reconozco nada –piensa él mientras entra- ni un pequeño rincón, ni un cuadro, ni una pared”. Se asoma al patio trasero por la ventana. “No hay perro. Todos estos chalés suelen tener un perro. A mí me gustan los perros. Estoy seguro.

Ella se sitúa a su lado en la ventana. “Ahora –piensa- todo va a ir bien. Ya no hay peligro de que algo le devuelva la memoria”. La pareja recorre la casa. Al llegar a su habitación, él se asoma por la ventana y ve un coche.

.- Ya recuerdo –exclama-. Ese es mi coche.

.- No –le responde ella con un toque de pena en los ojos, pero no en la voz.

“Ya sé que no es mi coche. Pero ese coche es importante para mí. Lo sé. Y ella solamente me ha respondido no. Seguro que sabe de quién es. Si fuera de un vecino me lo habría dicho: no, es de un vecino. ¿Por qué solamente no? Un no neutro como el hielo”.

“Ese idiota ha dejado el coche allá abajo. ¿Cómo puede ser tan estúpido? Solo espero que sea tan torpe como valiente cuando llegue el momento”.

.- Voy a preparar algo para cenar. Quédate aquí y descansa.

.- Prefiero recorrer la casa. Es posible que encuentre algo que me ayude a recodar.

.- Como quieras.

“Necesito encontrar algo que tenga que ver con ese coche o con un perro. O con los dos”. Cuando regresa a la planta baja vuelve a mirar hacia el vehículo. Allí sigue. Equidistante de su chalé y el anterior.

“Es de un extraño. Si fuera del dueño o de alguien del chalé colindante estaría en su fachada. Pero está en medio de las dos”.

Sale por la puerta trasera. En el pequeño patio trasero, bastante descuidado, hay una vieja mesa de madera y tres sillas de plástico amarillento.

“Tres sillas ¿Por qué tres sillas? Lo normal serían cuatro o seis. Incluso dos. ¿Quién es el otro si no tenemos hijos?”.

En ese momento se agacha y recoge algo del suelo que le ha llamado la atención. Es un pequeño resto de marrón de materia córnea. Lo reconoce. “Es un trozo de hueso artificial uno de esos juguetes para perro. Estoy seguro”.

El hombre vuelve a entrar. La mujer está en la cocina, calentando unos canelones precocinados en el horno, mientras pone la mesa.

.- ¿Por qué está la casa tan vacía? –pregunta él.

.- ¿Qué quiere decir vacía?

.- Vacía. No hay apenas cuadros, no hay objetos pequeños. Es como si fuera un apartamento de los que se alquilan amueblados.

.- Verás cariño –dice ella de espaldas sin dejar de cacharrear-. Tu caso no ha sido fácil. Has estado un año en coma. He consultado a muchos especialistas y no teníamos mucho dinero ahorrado. Mi sueldo llega para la hipoteca y poco más. Así que no he tenido más remedio que ir vendiendo casi todo.

.- Entiendo. ¿Y las fotos? ¿Tenemos fotos nuestras, de nuestra boda, de las vacaciones o algo así?

.- Claro que hay. Pero debes esperar a mañana. El doctor dice que es mejor que las veas por primera vez delante de él. Piensa que él puede ayudarte a recordar. De todas formas, llevo una pequeña en el bolso.

Ella abre su bolso y saca de él una cartera de piel. La abre y en uno de los departamentos plastificados, junto al DNI, hay una foto de los dos. Están en un pinar. Cada uno a un lado de un viejo tronco.

“Es curioso esto de la amnesia. ¿Por qué sabe cómo es un apartamento alquilado y no recuerda ni siquiera quién es? Lo de las fotos ha sido una buena idea. Menos mal que lo teníamos preparado.”

 

Continuará

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