El legado de Hugh Hefner
¿Fue el fundador de ‘Playboy’ un aliado o un enemigo del feminismo?
Es una pregunta que se repite desde que la semana pasada se anunciara el fallecimiento, a los 91 años de edad, de Hugh Hefner. Muchos de los artículos que analizan el legado del fundador de Playboy abordan su papel en el movimiento de liberación de la mujer.
Aunque la cuestión tampoco es exactamente nueva. En un reportaje publicado en Newsweek allá por 1986 el propio Hefner se declaraba feminista. En aquella época, tenía 60 años y vivía con su novia de entonces, una joven de 22 llamada Carrie Leigh, que aparecía con él en la portada de Newsweek. La época dorada de la revista que había lanzado en 1953 tocaba a su fin ya por entonces. A finales de los ochenta Playboy perdía lectores y recibía embestidas tanto por parte de la administración Reagan, embarcada en una cruzada antipornografía, como del feminismo. En la entrevista, sin embargo, Hefner declaraba apoyar los derechos de las mujeres. “Yo soy un feminista”, aseguraba. Aunque también reconocía diferencias importantes respecto a quienes dentro del movimiento le criticaban. “Hablamos idiomas distintos. Ellos ven el deseo sexual como expresión del poder político y social. Hay algo de verdad en eso. Pero detrás de esta visión subyace la idea de que la tendencia humana a querer hacer el amor está llena de tal odio y hostilidad que está íntimamente relacionada con la violación. Eso es un sinsentido”, aseguraba.
Incluso hay voces dentro del propio feminismo que piensan como él. La siempre controvertida Camille Plagia le considera “uno de los principales arquitectos de la revolución solución”. En una entrevista publicada en ‘The Hollywood Reporter’ hace unos meses, Plagia explicaba que una de las claves de la corriente feminista prosexo que ella lidera es precisamente que todas las celebraciones de la sexualidad humana, incluida la pornografía, son positivas. “El feminismo de la segunda ola perdió el norte cuando se mostró incapaz de tratar con el imaginario erótico, que ha sido una de las característica principales de la historia del arte occidental desde los tiempos de los desnudos griegos”, explicaba.
Precisamente uno de los referentes de esa segunda ola, Gloria Steinem, firmó en 1963 uno de los artículos más recordados contra el imperio de Playboy. La escritora se hizo pasar por conejita y se coló en uno de los clubes que por entonces tenían en Estados Unidos. Contó su experiencia en un reportaje en la revista 'Show' que causó sensación. Su retrato de las condiciones laborales de esas jóvenes que trabajaban horas y horas, con vestidos humillantes y zapatos imposibles, tuvo mucha repercusión en la época, e incluso se convirtió en película unos años después.
Los defensores de Hefner consideran que Playboy contribuyó a normalizar la sexualidad de la mujer y destacan su apoyo a causas como la legalización del aborto, el control de natalidad o la educación sexual. “Playboy se asentó sobre un terreno compartido con elementos liberales del movimiento de la mujer”, escribió la profesora Elizabeth Fraterrigo, de la Universidad Loloya de Chicago, en un ensayo titulado ‘Playboy and the making of the good life in modern America’. Coincide Carrie Pitzulo, autora del libro ‘Bachelors and Bunnies: The sexual politics of Playboy’, quien asegura que en su apogeo, durante los sesenta y los setenta, “Playboy apoyó las causas del feminismo más ‘mainstream’”. Entonces la revista “era considerada un imperio, un líder cultura de la época”. Publicó su primer artículo defendiendo la legalización del aborto en 1965 (en Estados Unidos no fue legal hasta 1973) e incluso publicó números de líneas telefónicas donde se informaba a las mujeres de dónde podían acudir para practicarse un aborto seguro cuando todavía estaba prohibido. “(Hefner) era realmente crítico con la tradición americana del puritanismo”, asegura Pitzulo, que, sin embargo, no es tan ingenua como para creer que ese apoyo a los derechos de las mujeres era totalmente desinteresado. “Si las mujeres pueden tener sexo sin consecuencias, es bueno para los hombres”, admite. “Pero en última instancia, Hefner y sus editores apoyaban esta causa porque creían en las libertades personales”.
La revista acogió en sus páginas a escritoras como Margaret Atwood o Germaine Greer. Y Hefner eligió a Christie, su hija mayor (tuvo además tres varones), para sucederle al frente de su imperio. Christie fue nombrada presidenta del grupo en 1975 y consejera delegada en 1988. Estuvo en el cargo hasta 2009, lo que la convierte en la mujer que más tiempo ha dirigido una sociedad anónima en la historia de los Estados Unidos.
Argumentos que no convecen, sin embargo, a una mayoría de críticos, que insisten en que si bien puede que Playboy contribuyera a la revolución sexual, lo hizo a costa del cuerpo de la mujer. Hugh Hefner no fue un feminista o un liberador de las mujeres como algunos dicen”, asegura la experta en estereotipos de género de la Univesidad de Exteder Thekla Morgenroth. “Claro que él y su imperio retaron la mojigata visión de los cincuenta según la cual las mujeres eran castas vírgenes o solícitas madres, pero en sus representaciones las mujeres seguían siendo objetos sexuales. No creo que la desnudez o incluso la pornografía sea algo inherentemente malo, pero en su idea de la revolución sexual las mujeres eran objetos cuyo propósito era proporcionar placer a los hombres. Eso también se reflejaba en la demostración que hacía de su estilo de vida, en el que las mujeres funcionaban como accesorios y símbolo de estatus, no como compañeras iguales. No empoderó a las mujeres. Solo les dio un rol más restrictivo que poder escoger".