‘Manspreading’: ¿machismo o mala educación?
Una campaña para acabar con el ‘despatarre masculino’ en el transporte de Madrid reabre el debate
Ya son casi 6.000 las personas que han firmado en Change.org para que en el metro y los autobuses de Madrid se instalen carteles contra el manspreading, esa costumbre de algunas personas –muchas veces hombres— de sentarse en el transporte público con las piernas bien abiertas invadiendo el espacio de los demás.
“Todos los medios de transporte llevan colocados unas pegatinas en las que se explica que hay que dejar sitio a las mujeres embarazadas, personas con carrito de bebé, mayores y gente con alguna discapacidad, pero hay algo en lo que no han caído y que nos afecta a todas prácticamente cada día que montamos en el transporte público: el ‘manspreading’”, explica la propuesta, promovida por Microrrelatos Feministas. "No es algo que ocurra de forma esporádica, si te fijas te darás cuenta de que es una práctica muy común. No es difícil ver a las mujeres con las piernas cerradas y muy incómodas porque hay un hombre a su lado que está invadiendo su espacio ", continúa la petición. "Colocar unos carteles puede ser el punto de partida para sensibilizar y que se empiecen a respetar nuestros espacios". La campaña contra el despatarre masculino (es la alternativa en castellano al neologismo inglés manspreading propuesta por Fundéu) también se está moviendo en redes con el hashtag #MadridSinManspreading.
Pues bien, el Ayuntamiento de Madrid y la Empresa Municipal de Transportes (EMT) han escuchado la petición y acaban de anunciar que se incorporará a la señalización de los autobuses un pictograma específico para evitarlo.
Tampoco es la primera propuesta de este tipo que surge en nuestro país. La CUP ya presentó una iniciativa similar en Barcelona. En Estados Unidos, las autoridades de transporte de Nueva York y Seattle han lanzado campañas animando a los usuarios de trenes y autobuses a respetar el espacio del resto de viajeros.
Todo el mundo coincide en que no está bien invadir el espacio de los demás. Pero hay más diferencia de opiniones en cuanto a las causas. La utilización del término manspreading (incluido hace un par de años en el diccionario Oxford) ha generado siempre cierta controversia. Los críticos señalan que el problema no se debería focalizar en el género masculino, porque esta actitud no es exclusiva de hombres. De hecho, hace tiempo se acuñó otro término, Shebagging, para describir la ocupación de espacio por parte de los bolsos de las mujeres. El problema, apuntan, no es el machismo, sino la falta de civismo.
Pero desde Microrrelatos Feministas no están muy de acuerdo: “No es cuestión de mala educación sino de que igual que a las mujeres nos han enseñado a sentarnos con las piernas muy juntas (como si tuviéramos que sujetar algo entre nuestras rodillas) a los hombres les han transmitido una idea de jerarquía y de territorialidad, como si el espacio les perteneciese”, argumenta su petición. Ya en los setenta la fotógrafa germana Marianne Wex exploró esta cuestión en su ensayo Let’s take back our space, que más tarde se convirtió en un libro. A través sus fotografías, Wex analizó los lenguajes corporales masculino y femenino y la forma en la que cada género se situaba el espacio público. Su conclusión fue que la tendencia masculina es la de ocupar más espacio y la femenina, retraerse.
En 2014, el gobierno vasco decidió tomar medidas para evitar lo que consideraba una “distribución sexista” de las zonas de recreo en los colegios, es decir, que los niños suelan ocupar la mayor parte del patio –principalmente jugando al fútbol—, mientras que las niñas queden habitualmente arrinconadas. La iniciativa formaba parte de un plan para la educación y la prevención de la violencia de género en el sistema educativo.