“La única manera de valorar dónde estamos es saber de dónde venimos”
Micaela Navarro, presidenta del PSOE
“Cuando llegues a casa coges la película de ‘Los Santos Inocentes’ y más o menos…”, bromea la presidenta del PSOE cuando hablamos, en su despacho del Congreso, sobre su infancia. Lo dice en plan chanza, aunque en realidad no se aleja demasiado de la verdad. Micaela Navarro (Jaén, 1956) creció en una familia humilde, muy parecida a las que abundaban en la Andalucía rural de los Cincuenta. “Por eso defiendo la educación. Para mí es uno de los principios fundamentales que garantizan a una persona igualdad de oportunidades en la vida”. Su familia vivía en el campo, cerca de Andújar, y el colegio estaba a 5 kilómetros. “Era una escuela rural con un aula y una sola maestra para los niños de todas las edades. Íbamos dependiendo de si teníamos que trabajar o no. La primera vez que fui a trabajar no había cumplido los 11 años. No era nada extraordinario, es lo que hacían todos los niños de ese entorno en ese momento”. Como ellos, trabajaba en el campo. Pese a todo, recuerda esa etapa como muy feliz. “Tenía 14 años cuando pusieron la luz eléctrica en mi casa. Pero como no sabía lo que era vivir con luz, me daba igual. Mis hermanas y yo no sabíamos que existía el yogur, pero mi madre hacía las magdalenas más ricas que ha comido nadie. He tenido carencias materiales, pero ninguna afectiva”. Incluso ahora habla constantemente de sus dos hermanas, sus padres, ya fallecidos, su abuelo, que vivió con la familia hasta que murió, o su abuela Micaela, que no era matrona pero se encargaba de traer al mundo a los niños del pueblo, incluida ella.
Micaela Navarro decidió hacerse puericultora. Su aterrizaje en la política fue más bien tardío y para nada planeado. “El ser de izquierdas lo tenía muy claro, pero lo de entrar en política no. Para mí la política significaba tener que decir sí en el partido a cosas con las que no estabas de acuerdo. Me afilié al Partido Socialista en el año 91 y todavía en aquel momento mi madre me decía que me lo pensara, porque me iba a señalar. Ella había vivido lo que era estar señalado. A mi abuelo no lo mataron en la guerra porque alguien le avisó, y ella todavía tenía ese miedo, miedo a cosas que nunca nos había contado”. Quizá por eso Navarro ha denunciado repetidamente que el gobierno actual haya retirado los fondos a la Ley de Memoria Histórica. “La única manera de valorar realmente dónde estamos es saber de dónde venimos y saber también a qué han tenido que renunciar nuestros padres y abuelos para que ahora tengamos libertad, derechos y democracia. Se lo debemos”, asegura.
Llegó a la política pasando por los movimientos vecinales. “Entré en una asociación que se formó en el barrio en el que vivía. Era un barrio [el Polígono Puerta de Madrid de Andújar] que empezaba a ocuparse, con muchas viviendas sociales, donde no había calles asfaltadas, no había prácticamente luz, no se recogía la basura y teníamos bastantes problemas de delincuencia”. A través de la asociación entró en contacto con compañeros del PSOE. Al principio se resistió a sus propuestas para afiliarse, pero finalmente accedió. “En ese momento estaba gobernando el PSOE con 9 concejales, a dos de la mayoría. Me afilié en febrero. En mayo había elecciones y me propusieron ir en la candidatura. Yo accedí, pero para no salir. Me dijeron que no me preocupase, que iba a ir en el número 12. Sacamos 12 concejales. Me vi metida, sin vuelta atrás y pensando ‘ahora qué hago’. Me hacía esa reflexión que solemos hacernos las mujeres, y es no solo si seré capaz, si no si podré. Los horarios en la política, como en muchos otros ámbitos, están pensados para personas que no tienen vida familiar. No es lo mismo tener familia que vida familiar. En esa época, y las cosas no han cambiado mucho, la mayoría de los hombres que se dedicaban a esto tenían familia, pero pocos habían visto acostarse a sus hijos muchas veces, aunque hubieran querido hacerlo. Muchas mujeres que quisieron jugar con esas mismas reglas tuvieron que renunciar, y no voluntariamente, a una vida familiar. Yo me llevaba a mi hija pequeña a los plenos. Se quedaba muchas veces con la telefonista en la centralita del ayuntamiento”.
Allí ocupó la concejalía de Mujer y Servicios Sociales, los dos asuntos a los que ha dedicado toda su carrera política. En 1996 fue elegida senadora por Jaén y portavoz de la Comisión Mixta de Derechos de la Mujer. Volvió a repetir en el cargo en el 2000, ya como diputada. Abandonó su escaño al ser nombrada consejera de Igualdad y Bienestar Social de Junta de Andalucía. Asegura que lucha por los derechos de la mujer es la misión de su vida, y se declara abiertamente feminista.
Participó activamente en la elaboración de la Ley Integral contra la Violencia de Género aprobada en el primer gobierno de Rodríguez Zapatero. Entonces era Secretaria de Igualdad del partido. La ley sirvió, entre otras cosas, para poner el foco y crear conciencia social en torno al problema, aunque las cifras de mujeres asesinadas cada año sigan siendo escandalosas. “Si esas cifras se debieran a la violencia terrorista estaríamos en estado de sitio”, asegura. “Hasta el 95 el Código Penal no solo no prohibía pegar a las mujeres, sino que decía cómo había que hacerlo. Cosas como que si se hacía con un cinturón, no debía usarse la hebilla”. Las críticas a la ley de Zapatero son, a su juicio, injustas. “La pregunta que yo me hago es cuántas habrían muerto sin la ley. Ahora sabemos cuántas denuncian, cuántas son amenazadas y cuántas son asesinadas. También que gran parte de las mujeres que son asesinadas no han llegado a presentar denuncia. Seguro que la Ley es mejorable, pero desde mi punto de vista ha sido un instrumento muy útil. Primero para crear conciencia social, para que cuando matan a una mujer nos demos por aludidos. Cuando hay un atentado todos nos sobresaltamos, porque pensamos que nos puede tocar. Con el asesinato de una mujer, eso no pasaba. Ahora se habla de un pacto de estado contra la violencia de género. Sería muy importante, pero antes hay una ley en vigor. Es una cuestión en la que no me gusta entrar en la confrontación política. Parto del hecho de que es algo que todo el mundo quiere evitar. Pero para evitarlo lo primero sería dotar del presupuesto y desarrollar la ley en su totalidad”.
¿Terceras elecciones?
Como en el caso de sus responsabilidades públicas, también su ascenso en el partido también ha sido gradual: de la ejecutiva local pasó a la provincial, después a la regional y por último a la federal. Es presidenta del PSOE desde el verano desde julio de 2014 y vicepresidenta segunda del Congreso desde enero. Igual que dice que lo de la disciplina férrea de partido era lo que más le echaba para atrás cuando se planteó entrar en política, reconoce que desde hace tiempo es “la más firme defensora de la disciplina. Tiene que ser compatible con la libertad interna para debatir, pero después el grupo tiene que defender lo que diga la mayoría”. Y lo dice una mujer que viene de una federación, la andaluza, cuya postura no siempre siempre con la de su secretario general. Sobre las posibilidades de Pedro Sánchez (u otro candidato) de formar gobierno, no se moja: “No lo sé. Me hubiese gustado que hubiera habido presidente en marzo del año pasado. Espero que no tengamos a ir a unas terceras elecciones”.