En realidad nunca lo pensé. Tras casi once años en banca [antes trabajaba en el Sabadell] mi vida profesional estaba enfocada por otro camino, pero siempre había estado vinculada al negocio familiar. Cuando recibí la propuesta de incorporarme a la bodega, la verdad es que tardé en decidirme. Suponía un cambio de vida radical y una responsabilidad enorme, pero a día de hoy estoy feliz de estar aquí.

Llevas unos meses al frente de la D.O. ¿Cuáles son tus planes?

Más que míos son los del Consejo Regulador, pues como órgano colegiado que es, las decisiones se han de tomar entre todos los vocales. Tenemos muchos retos planteados, el más inmediato y que supone un gran trabajo técnico son unos profundos cambios normativos para adaptarnos a una Directiva Comunitaria. En el campo de la promoción, el Consejo realiza una intensa actividad, con acciones específicas para el mercado nacional y otras orientadas al exterior. En este capítulo destaca el plan conjunto con la D.O. Ribera del Duero para Estados Unidos. La exportación debería de ser un objetivo prioritario.

La vendimia se ha adelantado mucho este año. ¿Qué esperáis de esta cosecha?

El calor y la escasez de precipitaciones han adelantado casi veinte días el ciclo vegetativo. Es una cosecha corta pero muy de buena calidad, las primeras catas de los vinos en rama ya lo están demostrando y es de esperar que contemos con una añada excelente.

Parece que el vino y saber de vinos está de moda. Pero ¿sabemos de verdad o hay mucho postureo?

Como en todo, hay gente que sabe mucho y otros que opinan con menos criterio, pero sí creo en que hay un interés creciente por el mundo del vino, por formarse y aprender, por probar cosas nuevas para  poder comentarlo y compartirlo con los amigos. Al final, lo más importante es disfrutarlo.

Es un sector con una imagen muy tradicional. Parece que incluso las nuevas tendencias, como los vinos ecológicos, suponen en realidad una vuelta a los orígenes. ¿Hay espacio para la innovación? 

Por supuesto, somos un sector que debe estar muy atento a las novedades, a los gustos de los consumidores, a buscar cosas nuevas y atractivas. El respeto a la tradición y a los orígenes puede convivir perfectamente con la experimentación. El resultado será siempre diverso y enriquecedor: vinos distintos para distintos consumidores o incluso para momentos diferentes.

La verdad: ¿qué piensas cuando oyes de hablar de vino de colores o en lata?  

¡Que no es vino! Me permito la broma porque en la bodega lo hablamos muchas veces, pero la verdad es que si estas novedades sirven para incrementar el consumo, les damos la bienvenida. Si el consumidor lo demanda debemos escucharle.

¿Es un mundo tan masculino como en el pasado o las cosas están cambiando? 

Igual tenemos una realidad distinta  a la de otras zonas, porque lo que yo percibo a mi alrededor es todo lo contrario. Quizás porque Rueda es una D.O. joven y dinámica, la presencia de la mujer es amplia, incluso diría que mayoritaria en puestos técnicos, exportación, comunicación, etcétera. Y numerosa también en los puestos directivos y las gerencias de muchas de nuestras bodegas. Si en otras zonas vinícolas aún no es así, creo que solo es cuestión de tiempo.

España es el país con la mayor extensión cultivada de viñas del mundo y hay una gran tradición vinícola, pero luego no somos los que más vino bebemos. ¿El crecimiento pasa por aumentar el consumo interno o por centrarse en la exportación?

No hay que abandonar ninguna de las dos vías, como decía antes hay que apostar firmemente por la exportación dentro de las bodegas, contando para ello con medios personales y materiales, porque los resultados tardan en llegar. Pero tampoco hay que olvidarse del consumidor local y estar atento a sus gustos. En algún momento  se ha perdido esa cercanía y han cambiado los hábitos de consumo, pasando el vino de formar parte de la dieta básica a  un consumo ocasional y quizás complejo.