Sara Gallego inició su andadura profesional en el lado de la agencia. En su currículum figuran empresas como Bassat Ogilvy, Euro RSCG Life, Wysiwyg/Razorfish o Tapsa. Empezó como redactora, pero pronto se pasó a la planificación estratégica. En noviembre de 2012 decidió cambiar de bando y dar el salto al anunciante, más concretamente, a la tecnológica Samsung. Tras casi tres años y medio en la empresa coreana trabajando como responsable de marketing digital y comercio electrónico, se incorporó a la plantilla de Coca-Cola, donde desde el mes de marzo trabaja como content marketing manager para Europa occidental.

Asegura que el hecho de ser mujer no ha influido ni para bien ni para mal en su carrera. “Lo que sí es cierto”, puntualiza, “es que, por muy buena que seas, siempre te exigen más que a un hombre, siempre tienes que demostrar que eres mejor y te quedas fuera de muchas situaciones en las que los hombres de las cúpulas directivas se sienten cómodos y en las que tú como mujer no encajas (hasta ahí puedo leer). Gracias a que vienen nuevas generaciones de hombres y mujeres directivos esto está cambiando y la cultura de la meritocracia se impone poco a poco”.

También cree que existe un techo de cemento, límites autoimpuestos por las propias mujeres a causa de “la propia sociedad, que de forma cultural nos trasmite a las mujeres la falta de ambición y una presión que hace que nosotras nos convirtamos en nuestras peores enemigas”. El otro gran obstáculo al que se enfrentan las féminas en su escalada laboral es, en su opinión, “la falta de conciliación, que en España es una lacra”. Para superarlo, apuesta por “involucrarse para ser parte del cambio que queremos”. Gallego asegura que “todas tenemos en nuestra mano luchar contra estas barreras: fomentando que nuestros equipos puedan conciliar, detectando el talento para que otras mujeres puedan progresar y luchando para evitar las actitudes machistas que lastran nuestro desarrollo. Me han llamado muchas veces ‘feminazi’ por pedir que no se hable de una mujer en términos peyorativos o por expresar mi rechazo a ideas publicitarias que suponen fomentar los roles sexistas en la comunicación. Detesto esa expresión, pero no me importa que me llamen así, y creo que es mi deber seguir actuando del mismo modo”. Este reconocimiento, asegura, le ayudará a hacerlo: “Sé que suena obvio decir que es un honor, pero es la realidad. Estar nominada al lado de mujeres con una carrera tan brillante ya era un premio para mí. Ser elegida Mujer a Seguir me emociona y me impulsa a seguir trabajando como hasta ahora”.