La voz que quiere devolverle al pop su carácter reivindicativo
Hablamos con Brisa Fenoy, ganadora del Premio MAS en Cultura
Se plantea la música (o en realidad, cualquier forma de arte, porque ella toca muchos palos) como una forma de activismo. Brisa Fenoy ha demostrado que se puede sonar en las radiofórmulas y defender algo, sea el feminismo, los derechos de los inmigrantes o cualquier causa que le duela. De ahí que haya sido la ganadora este año del Premio Mujeres a Seguir en la categoría de Cultura.
“Es creatividad, es solidaridad, es transformación, es construcción, es suavidad, es sensibilidad y es justa o, al menos, le duelen mucho las injusticias. Y, por supuesto, es música”. No lo decimos nosotros, así se describe Brisa Fenoy, cantante, productora, modelo, autora de documentales, pero, sobre todo, compositora. “Mi don básico es componer. Es lo que mejor se me da. Empecé cuando tenía 12 años. También me gusta producir y cantar, por supuesto, y dirigir los vídeos. Pero la composición es donde me siento más cómoda. Para mí es creación, y a través de ella sano, es como una terapia. Todo lo que me duele lo expongo y eso me ayuda a fortalecerme y ayudar a los demás a través de mi dolor”.
Empezó a trabajar como modelo después de que un fotógrafo la descubriera por la calle a los 18 años. Ese trabajo le permitió costearse su carrera musical, que es a lo que realmente quería dedicarse. Aunque su nombre llevaba tiempo sonando bastante en la industria, el gran público la conoció a partir de que escribiera Lo malo. El proyecto de la canción le llegó de un día para otro a través de su discográfica, Universal. “Me enviaron una base con una melodía y letra en inglés. Quité la letra y empecé a crear, lo hice en dos o tres horas, porque lo necesitaban para el día siguiente. Otra cosa no, porque no seré la mejor cantante ni la mejor productora, pero compongo de manera muy ágil. Es una canción muy para bailar. Me dijeron que era para estas dos chicas [Aitana Ocaña y Ana Guerra] y ellas son la voz de la nueva generación. Pensé que tenía que componer algo que fuera la antítesis de lo que existe, que en una discoteca donde hay un montón de chicos malos lanzara un mensaje de empoderamiento a las chicas, y que cuando las chicas y los chicos bailasen sintieran un mensaje diferente. Pero nunca pensé que fuera a tener tanta repercusión. Cuando creas una canción, vuela, la gente se apropia de ella”.
El tema fue todo un pelotazo y acabó convirtiéndose en una especie de himno del 8M, lo que, por supuesto, sirvió para que a su autora le colocaran la etiqueta de feminista. Aunque dice que no le gustan mucho las etiquetas, admite que con esta se siente cómoda. “Al fin y al cabo, es lo que soy. Lucho para que haya igualdad entre hombres y mujeres. Yo he sufrido mucho machismo en la moda y en mis relaciones. No te das cuenta hasta que empiezas a ser consciente de que todo lo que te hace no ser libre, te oprime, te coarta. Con todo esto también he ganado. Yo he lanzado un mensaje de empoderamiento a las mujeres, pero ellas también me han dado mucho a mí”.
No es la única causa social que le importa y que ha tocado en su música. En Jericó, por ejemplo, habla de inmigración, un drama que ella, que es de Algeciras, conoce bien. “He visto cómo llegan en patera, he sido voluntaria en la Comisión de Ayuda al Refugiado, con la Cruz Roja, he participado en muchas acciones con Un Barrio de Todos, una asociación que ayuda a su inclusión sociocultural. He visto muy de cerca que existen dos realidades muy distintas por nacer a una distancia de catorce kilómetros [la distancia que separa África de Europa, el Estrecho de Gibraltar]”. El vídeo de la canción, protagonizado por personas migrantes, se acabó convirtiendo en un corto, dirigido por la propia Brisa, que profundiza en sus historias. “Es todo tan injusto como este capitalismo en el que hay libre mercado, pero no libre movimiento de personas”. Por eso es también embajadora de Topmanta, la marca de ropa creada por los manteros de Barcelona cuyo lema es Legal clothes, ilegal people. “Es una paradoja que la ropa sea legal y las personas no. Son personas ilegales que hacen ropa legal. Desde Europa y América hemos ido a África a explotar sus recursos y les hemos dejado como están. Ahora vienen aquí y encima nos molesta. Es absurdo”.
En los últimos dos años, Brisa Fenoy ha ido enlazando temas (Ella, Jericó, Tres minutos, Flores de colores,….), vídeos y actuaciones, pero todavía no ha publicado su primer disco. Aunque parece que ahora sea posible hacer carrera en la música sin discos, a ella le sigue interesando el formato. “El disco es un concepto entero. Puedes lanzar un mensaje que se cierra. Tiene introducción, nudo y desenlace: es como contar una historia. Me encantaría contar una historia en un álbum como si fuera una película. Estoy trabajando en ello y tengo ideas, pero aún no tengo la fecha. Será pronto, seguro”.
Sea en el formato que sea, Brisa Fenoy se ve en el futuro haciendo lo que hace, hablando de las cosas que le importan y, si es posible, tocando a más gente. “Sé que ayudo, pero quiero ayudar más. Hacer algo transformador, formar parte de más iniciativas”, dice, convencida de que el cambio de uno puede tener efecto en muchos. “Me gustaría servir de ejemplo a chicos y chicas jóvenes para ayudarles a creer en lo que hacen y que a su vez ellos hagan después lo que puedan para ayudar”.
Esta entrevista se publicó primero en el nº6 de nuestra edición en papel.
