Hombres en los cincuenta. De los tebeos, al cómic

Un Astérix por el cumple o un Tintín por Navidad eran deseos habituales

Uderzo dibujando a Astérix en 1971 / Creative Commons

Otro medio con el que los chicos de la generación del baby booming español nos formábamos una idea del mundo, incluido el papel de las mujeres en él, eran los tebeos.

Los tebeos, para empezar, tenían una larga vida, tanto física, como por su contenido. Me explico. Los tebeos no se arrinconaban o se tiraban después de comprarlos o leerlos. Ni siquiera hacía falta comprarlos. Se llevaban a una tienda de chuches, o una especializada donde los cambiabas por otros que no hubieses leído (lo mismo se hacía con las novelas populares y las fotonovelas), a mucho menor coste que nuevos. Y en cuanto a su contenido, las historietas se repetían con mucha frecuencia por lo que tanto en el TBO original como en los títulos de Bruguera convivían historietas recientes con otras dibujadas muchos años atrás.  El TBO se editó entre 1917 y 1998 por diferentes editoriales. Pulgarcito, de Bruguera, lo hizo entre 1921 y 1987. Por tanto, los chavales podíamos estar asimilando estereotipos de los años veinte ya bien pasado Mayo del 68.

Portada del número 486 de TBO / BUIGAS, ESTIVILL Y VIÑA, S. L.
Portada del número 486 de TBO / BUIGAS, ESTIVILL Y VIÑA, S. L.

La infancia

Mi primer tebeo fue Súper Pumby, de Editorial Valenciana. Recuerdo que con siete años tenía que atravesar cada semana el nuevo barrio del desarrollismo donde vivíamos para comprarlo en el único quiosco abierto. Mi mayor frustración era que no estuviera en la fecha prevista, cosa bastante frecuente. Fruto de la imaginación de Jose Sanchís (1932-2011), Pumby, un gato adicto a los líos, era perfecto para esa edad. Compañeros de Pumby eran el profesor Chivete, un científico loco, y su amiga Blanquita, la sensata de la historieta, contrapunto de las ideas majaderas del héroe, en un papel muy propio de la mujer, según hemos ido viendo en otras entregas.

La historieta cómica

Pero, sin duda, fueron los títulos Bruguera los que formaron a nuestra generación. Partamos de la base de que se trata de historietas “de risa”, protagonizadas por personajes mentalmente perjudicados en diferentes grados y variedades, por lo que es muy posible que los mensajes subyacentes quedaran a nuestras cortas entendederas ocultos en medio de la majadería general. Y, ciertamente, llegábamos a partirnos de risa con las idioteces de Mortadelo y Filemón, Rompetechos (Ibáñez), Anacleto (Vázquez), y un larguísimo etcétera. Pero, si bien el universo Bruguera estaba poblado de protagonistas de todo tipo, las heroínas eran más bien escasas y desde luego en su mayoría poco ejemplares (ellos tampoco lo eran, desde luego). Voy a intentar recordar algunas. Por ejemplo, doña Urraca (Jorge), muchas veces acompañada de su amigo, el inocente Caramillo. Podríamos definirlos como el reverso tenebroso de Mary Poppins y Burt, de los que hablamos en la pasada entrega dedicada a cine: una pareja absolutamente imposible. Deliranta Rococó (Martz-Schmidt, con guion de Montse Vives), una especie de Castafiore exageradamente entrada en carnes y bastante mochales. La abuelita Paz, con la que Vázquez daba rienda suelta a sus tendencias surrealistas. Y Las hermanas Gilda, también de Vázquez. Y en mi memoria, apoyada además en esta página web, no quedan muchas más heroínas femeninas del tebeo. Si acaso, Panchita la criada negra y zumbada del Doctor Cataplasma (Martz-Schmidt), que le robaba el protagonismo en todas las historietas.

Un desequilibrio de sexo evidente, que aún es más escandaloso si nos fijamos en los dibujantes. No recuerdo ninguna dibujante de Bruguera por más que me esfuerzo.

La tiras de acción

Conforme crecíamos, empezábamos a alternar el universo Bruguera (que nos acompañaba hasta bien entrada la adolescencia) con el de las historietas de acción, sin duda el producto estrella de las tiendecitas de intercambio, primero, porque siempre había una trama que continuaba, segundo, porque siempre aparecía una nueva generación de chavales dispuesta a seguir las aventuras de El Capitán Trueno (Mora/Ambrós), El Jabato (Mora/Darnís), Roberto Alcázar y Pedrín (Bautista/Vaño, que tuvo su época dorada más bien en los cincuenta pero llegó a los setenta) o Johnny Comando y el sargento Gorila (Eugenio Sotillos/Alan Doyer) de Hazañas Bélicas. No fue siempre, porque poco a poco fueron desapareciendo a finales de los setenta y primeros ochenta.

¿Mujeres? Solamente destaca Sigrid, princesa de Thule, eterna novia de Trueno, compañera de aventuras y  que muchas veces tenía una presencia protagonista en los argumentos por el lado intelectual, más allá de los mandobles de Trueno y Crispín y los porrazos de Goliath.

Tebeos premium

Ilustración de Tintín en 'El asunto Tornasol' (1936) / Tintin.com
Ilustración de Tintín en 'El asunto Tornasol' (1936) / Tintin.com

Como en todo, también en los tebeos había clases. Por encima del mercado de intercambio y de los títulos semanales construidos con historietas de una página, estaban las historias completas (álbumes) de los grandes dibujantes, al alcance solo de las familias más pudientes. Un Astérix por el cumple, o un Tintín por Navidad eran deseos habituales. A España, los galos irreductibles creados por Goscinny y Uderzo no llegan hasta 1965 y empiezan a editarse a ritmo anual. Su primer álbum completo es de 1961 y pronto conquista el mercado infantil francés y, lo más sorprendente para los españoles, el adulto. Francia es el mercado probablemente más importante del mundo para el cómic. Recientemente cubrí una laguna en mi cultura cinematográfica al ver Un hombre y una mujer (Lelouch, 1966). Me sorprendió comprobar cómo, en una escena del inicio, una pareja disfruta de su amor leyendo juntos en la cama un ejemplar de Asterix.

Pero la invasión definitiva vino del imperio, como siempre. La editorial Vértice empezó a publicar las historietas de la Marvel en 1969 y de repente nuestro horizonte mental se abrió al mundo de los superhéroes. Es decir, pasamos de los antihéroes cómicos a los superhéroes con problemas de personalidad, como Spiderman, o procedentes de familias desestructuradas como Thor. De las calles de Barcelona surcadas por las gorditas en Vespa de Ibáñez, nos trasladamos a los rascacielos de Nueva York y sus taxistas malencarados sin solución de continuidad.

Es verdad que de México nos había estado llegando Superman (DC Comics desde finales de los cincuenta) gracias a la Editorial Novaro, pero el hombre de hierro no supuso la revolución estética y casi cultural que trajo consigo la llegada de los personajes de la Marvel y sus dibujantes, siempre anónimos para los lectores.

¿Mujeres en el universo Marvel? Veamos, recuerdo una en los Cuatro Fantásticos, pero le he preguntado a mi hija, profesional y friki del asunto y me ha largado dos páginas que pongo al final para quien quiera profundizar.

En mi caso, por edad, fue una fiebre que duró apenas un par de años. De hecho, ya en plena transición, pasé directamente al Hermano Lobo. Ya apuntaba maneras pues con doce o trece años era adicto a La Codorniz, que tanto echo de menos aún.

Ya sé que alguna lectora estará a estas alturas protestando interiormente porque no haya escrito una palabra del universo de los tebeos femeninos. Lamentablemente, no puedo. Mi única hermana es seis años más joven que yo y para cuando ella empezó a leerlos yo estaba ya en otros temas. Y, por favor, cómo iba un tío a abrir siquiera un tebeo para niñas. Menos mal que eso no ocurría en sentido contrario, pues me parece que si las mujeres de mi generación se hubieran limitado a leer Blanca, Celia, Florita o Esther y su mundo se les habría pirado la pinza más que a Don Quijote.

Más información

ANEXO: Las mujeres en los cómics de superhéroes estadounidenses, según Andrea Torrejón

Portadas de cómics de Marvel / Pixabay
Portadas de cómics de Marvel / Pixabay

Superman tenía a Lois Lane, que a pesar de ir de lista, como fisonomista era tirando a mala.

En Spiderman, las mujeres en un principio tenían el papel de novias de nuevo (tanto Gwen Stacy -que destruyó a toda una generación por su terrible muerte partiéndose el cuello de una caída a manos del duende verde-  como Mary Jane).

No fue hasta el 79 que apareció la Gata Negra, que básicamente se diferencia de Catwoman en que el escote le llega hasta el ombligo y lleva una peluca blanca terriblemente glam. Tiene una relación amor odio con Spiderman, cómo no.

Los primeros Vengadores (1963) tuvieron como sidekick a la avispa (aunque no nos libramos del papel de novia, siendo pareja de el hombre hormiga/hombre gigante), y más tarde tendrían a la ex-villana Bruja Escarlata y a la femme fatale Viuda Negra. A partir de los 80, algunas mujeres llegarían a liderar el famoso equipo, como Capitana Marvel, Miss Marvel, y la ya nombrada Avispa.

Los primeros X-men también tenían la obligatoria única mujer en el equipo, Marvel Girl, más conocida como Jean Grey (no eran muy originales a la hora de inventarse nombres para mujeres, había que dejar claro que eran maravillosas y ya), con poderes telequinéticos, que es más femenino que ir por ahí pegando galletas y rompiéndose las uñas en el proceso. De nuevo, para ser mujer y estar en un grupo, hay que tener relaciones con alguien, en este caso, es la esposa de Cíclope.

En los 70 se uniría al grupo Tormenta y nacería la villana Mística, y a partir de los 80 las mujeres crecerían exponencialmente en los distintos grupos de mutantes y villanos, teniendo hasta sus propios spin offs (Pícara, Gata Sombra, Júbilo, Emma Frost...etc).

No sé en qué momento se publicaría en España pero, sin contradecir la evidente escasez de féminas también en la editorial DC, en 1940 esta empezó a publicar las andanzas de Wonder Woman, en la que la famosa amazona no era sidekick de nadie, y repartía meques a los nazis que daba gusto. También formó parte del primer equipo de la Liga de la Justicia de América, donde posteriormente estarían también Hawkwoman y Zatanna, entre otras. En DC, sorprendentemente, las heroínas gozan de poderes mucho más físicos, como súper fuerza, agilidad e incluso levitación.

A partir de los años 50, tras la guerra, las familias acomodadas que tenían que protestar por algo, se unieron a los psicólogos en la lucha contra la violencia en el cómic, y Wonder Woman tuvo que empezar a hacer cosas como buscarse novio y hacer tartas.

Las series de televisión de los años 70 rescataron tanto a Batman como a Wonder Woman, y trajeron de vuelta una segunda vida a DC.

En el 63 aparecieron por primera vez los Teen Titans, una agrupación de segundones adolescentes (Robin, Flashito, Aqualad...) donde tenía cabida también Wonder Girl. Más tarde se unirían a la panda Batgirl, la bruja Raven, y la alienígena Starfire.

Tanto Supergirl como Batgirl hicieron su debut en los años 60, y la notable villana Catwoman ya existía desde los años 30, apareciendo en el primer número de Batman. Otro icono de las féminas de Batman es Poison Ivy, la botanista venenosa que apareció por primera vez en los 60.

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